OXFORD – En casi todos los países ricos, el fervor contra los inmigrantes se ha transformado en fiebre. Pero es una enfermedad que es preciso resistir para que estas sociedades puedan seguir prosperando y para que los países en vías de desarrollo puedan luchar contra la pobreza y lograr un crecimiento económico sostenido.
OXFORD – En casi todos los países ricos, el fervor contra los inmigrantes se ha transformado en fiebre. Pero es una enfermedad que es preciso resistir para que estas sociedades puedan seguir prosperando y para que los países en vías de desarrollo puedan luchar contra la pobreza y lograr un crecimiento económico sostenido.