BRUSELAS – Durante todo el primer semestre de este año, desde que en enero llegó al poder Syriza – el partido político griego anti-austeridad y de extrema izquierda – la saga griega prácticamente monopolizó la atención de los formuladores de políticas de Europa. Incluso mientras la economía de su país se desmoronaba, el nuevo gobierno griego se mantuvo firme en su exigencia de obtener alivio para su deuda sin someterse a planes de austeridad – esto ocurrió hasta mediados de julio, cuando de repente el gobierno estuvo de acuerdo con las condiciones estipuladas por los acreedores. En efecto, a partir del 13 de julio, el gobierno griego, acérrimo defensor de la anti-austeridad, se vio obligado a imponer una austeridad aún más dura y a llevar a cabo reformas estructurales dolorosas, bajo la estrecha supervisión de sus acreedores.
BRUSELAS – Durante todo el primer semestre de este año, desde que en enero llegó al poder Syriza – el partido político griego anti-austeridad y de extrema izquierda – la saga griega prácticamente monopolizó la atención de los formuladores de políticas de Europa. Incluso mientras la economía de su país se desmoronaba, el nuevo gobierno griego se mantuvo firme en su exigencia de obtener alivio para su deuda sin someterse a planes de austeridad – esto ocurrió hasta mediados de julio, cuando de repente el gobierno estuvo de acuerdo con las condiciones estipuladas por los acreedores. En efecto, a partir del 13 de julio, el gobierno griego, acérrimo defensor de la anti-austeridad, se vio obligado a imponer una austeridad aún más dura y a llevar a cabo reformas estructurales dolorosas, bajo la estrecha supervisión de sus acreedores.