La cuenta corriente de Estados Unidos (EU) está por los cielos, haciendo de EU el mayor deudor externo del mundo (sólo, claro, en términos absolutos, pues EU está lejos de tener el peor desempeño si el déficit comercial se mide en relación al PIB). Y a pesar de los inmensos y aún crecientes déficits, el dolar sigue subiendo. Aunque hemos aprendido a no preocuparnos demasiado por las caídas del mercado accionario, ¿deberíamos preocuparnos ahora por el déficit comercial de EU y el todopoderoso dólar? De hecho, ¿no debería el dólar caer por su propio hinchado peso?
Hay dos cosas que pueden tumbar al dólar: los comentarios si control del secretario del Tesoro estadounidense, o un drástico deterioro en el desempeño económico relativo de EU en comparación con el resto del mundo. Ambos riesgos se han probado este año. Como resultado, el dólar vaciló. Ambos riesgos se están ahora controlando así que debe anticiparse una continuada fortaleza del dólar.
Hay dos tipos de secretarios del Tesoro estadounidense. Los primeros son como Robert Rubin y entienden que un dólar fuerte ayuda a asegurar bajas tasas de interés y que las tasas bajas permiten un largo y amplio apogeo. El otro tipo es personificado por el actual secretario del Tesoro, Paul O´Neill, quien piensa demasiado acerca de la competitividad y sabe demasiado poco acerca de los mercados de capital. A los de esta clase les gusta la intervención, los cartels industriales, las zonas designadas para las monedas y todos los otros sendos trucos publicitarios que adquirieron tan mala reputación en la terrible era económica del presidente Jimmy Carter.
El secretario O´Neill llegó a su puesto desde el mundo de la manufactura y por eso piensa como un manufacturador. Pero no importa qué tan exitosos hayan sido en su industria, los manufacturadores miran a la economía desde el fondo del hoyo del conejo. Piensan que un dólar débil es bueno para las exportaciones y que un dólar sólido afecta las ventas y la participación en el mercado. Por eso se sobresaltan cuando enfrentan un dolar fuerte y dan respuestas sin ton ni son a cualquier pregunta acerca de su política para con el dólar.
El secretario O´Neill sin duda ha sido ambivalente acerca del dólar desde el primer día. En lugar de ver a los reporteros directo a los ojos y pronunciar el tranquilizador mantra de Robert Rubin: "un dólar fuerte es bueno para EU", ¡O´Neill vaciló! No pudo hacer que su boca dijera esas palabras. Así, el dólar empezó a tambalearse casi de inmediato e incluso, momentáneamente, cayó.
Esa situación fue corregida cuando el presidente Bush, al parecer alentado por el presidente del Banco de la Reserva Federal, Alan Greenspan, reiteró en persona que EU pretende que el valor del dólar sea establecido por el mercado. Olvídense de una intervención para forzar una baja del valor del dólar. Como resultado, el camino sigue abierto para que la Fed del Sr. Greenspan reduzca más las tasas de interés para ayudar a restablecer la expansión económica. Tal postura funciona mejor para EU, incluyendo al sector manufactura, que hacer comentarios para reducir el valor del dólar e incrementar la demanda de productos estadounidenses.
Todavía queda la segunda posible causa de debilidad del dólar: un pobre desempeño de la economía de EU en relación al resto del mundo. Pero este riesgo, como la boca sin control del secretario O´Neill, está cediendo. EU ha cruzado el valle en el que era posible encontrar riesgos de un mayor colapso. Una recuperación vendrá en el cuarto trimestre, asegurada por reducciones de impuestos y tasas de interés mucho más bajas. El próximo año es probable que brinde un crecimiento de 3%, lo más que puede esperarse de una economía todavía empleada en su totalidad.
¿Pueden Europa y Japón tener tan buenos resultados? Seguro que ahora Japón no; uno se inclina a decir que nunca. Europa tampoco podrá crecer así de rápido en el corto plazo. Eso nos deja con el pronóstico de un dólar fuerte para el año que viene. Los problemas de deuda de Argentina pueden debilitar un poco al dólar y las dificultades de Turquía pueden afectar al euro. Ambas situaciones, sin embargo, tendrán sólo efectos marginales en dichas monedas.
Claro, no hace mucho el recién creado Euro parecía volverse un serio competidor del dólar. Ahora está claro que el lanzamiento del euro fue una fallida IPO (oferta pública inicial). Su precio se ha desplomado; han surgido exageradas expectativas para el euro.
Pero la idea del Euro sigue en pie y los beneficios económicos llegarán algún día. Aunque una valuación saludable de una moneda demanda una revisión detallada de las políticas que la soportan. En esto Europa todavía deja mucho qué desear. Los hacedores de políticas europeos siguen siendo ambivalentes acerca del uso de los mercados y, entonces, sus economías no pueden ser comparadas com el dinamismo de EU, no ahora y no en ningún momento pronto. Eso limita el lado positivo del euro.
Es verdad, EU no puede pedir prestado en el exterior por siempre y un día el dólar y la cuenta corriente darán una voltereta. Pero no esperen esa voltereta pronto. Ya se ha empezado a trabajar substancialmente en EU para corregir los excesos del auge de Internet. La economía ha sido reforzada con grandes inversiones en el empleo, presupuestos ajustados y un mejor capital humano, incrementando tanto el potencial de crecimiento a medio plazo como la estabilidad.
El largo apogeo de EU no fue un castillo de cartas, a pesar de lo mucho que quienes se burlaron de la "Nueva Economía" quisieran que así fuera. Más allá de los bombos y platillos ahora vemos un alto nivel de empleo y una economía estable. El capital seguirá fluyendo a EU porque el país ofrece los mejores prospectos de ganancia, lo que lo mantendrá como líder económico mundial. Así, ¿hacia dónde va el dólar? Por ahora, no hay ningún rival para Estados Unidos o el dólar hasta donde alcanza la vista.
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