NUEVA YORK – Hay muchas vías hacia el desastre político: la codicia, el orgullo desmedido, el carisma del demagogo y –tal vez sea lo más peligroso de todo– el miedo. Cuando las personas son presa del pánico, pueden ponerse histéricas y la histeria con frecuencia provoca la violencia en masa. Cuando los políticos convencen al pueblo de que están en una lucha a vida o muerte –de que la supervivencia es un asunto de “nosotros o ellos” –, todo resulta posible.
NUEVA YORK – Hay muchas vías hacia el desastre político: la codicia, el orgullo desmedido, el carisma del demagogo y –tal vez sea lo más peligroso de todo– el miedo. Cuando las personas son presa del pánico, pueden ponerse histéricas y la histeria con frecuencia provoca la violencia en masa. Cuando los políticos convencen al pueblo de que están en una lucha a vida o muerte –de que la supervivencia es un asunto de “nosotros o ellos” –, todo resulta posible.