Saddam Hussein está muerto, pero no todos los iraquíes lo celebran. Por el contrario, la manera en la que los diversos grupos religiosos y étnicos en Irak respondieron a su ejecución es emblemática de la dificultad que implica mantener unido a Irak como una entidad coherente.
Saddam Hussein está muerto, pero no todos los iraquíes lo celebran. Por el contrario, la manera en la que los diversos grupos religiosos y étnicos en Irak respondieron a su ejecución es emblemática de la dificultad que implica mantener unido a Irak como una entidad coherente.