MILÁN – Los países con grandes riquezas o abundancia natural a menudo resultan víctimas de esas bendiciones. Desde hace mucho los economistas saben que las naciones con vastos recursos pueden quedar atrapadas en ciclos de lento crecimiento económico, intensa degradación ambiental y debilidad de las instituciones democráticas... pero esos problemas no solo son patrimonio suyo, los países que cuentan con una herencia artística y arquitectónica única también pueden sufrir esa «maldición de los recursos». Los imponentes monumentos de un pasado histórico pueden generar rentas económicas y distorsiones sectoriales muy similares a las que producen las grandes reservas de combustibles fósiles y minerales preciosos.
MILÁN – Los países con grandes riquezas o abundancia natural a menudo resultan víctimas de esas bendiciones. Desde hace mucho los economistas saben que las naciones con vastos recursos pueden quedar atrapadas en ciclos de lento crecimiento económico, intensa degradación ambiental y debilidad de las instituciones democráticas... pero esos problemas no solo son patrimonio suyo, los países que cuentan con una herencia artística y arquitectónica única también pueden sufrir esa «maldición de los recursos». Los imponentes monumentos de un pasado histórico pueden generar rentas económicas y distorsiones sectoriales muy similares a las que producen las grandes reservas de combustibles fósiles y minerales preciosos.