CIUDAD DEL CABO – Todos soñamos con un mundo en que nuestros hijos y nietos crezcan sin la amenaza de la polio y otras enfermedades prevenibles. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los sueños, este se puede hacer realidad. A lo largo de mi vida he tenido la suerte de ser testigo del extraordinario efecto de las vacunas en la protección de los niños contra la enfermedad y la muerte, especialmente en el mundo en desarrollo.
Las vacunas siempre han tenido un especial significado para mí. De niño en Sudáfrica, casi morí a causa de la polio. En ese entonces, a principios de los años 30, no había vacuna para esta enfermedad, muy infecciosa. Con buenas razones, los padres en general sentían terror de que el poliovirus llegara a sus puertas, como la plaga, afectando a su hijo o hija y causando una parálisis irreversible en cosa de horas o, peor aún, la muerte en unos pocos días.
Los doctores dijeron a mis padres que poco más podía hacerse, así es que se prepararon para mi funeral. Afortunadamente me recuperé, excepto por el uso de mi mano derecha. He podido vivir una existencia maravillosa, pero la parálisis en mi mano es un recordatorio diario de por qué debemos buscar urgentemente la erradicación de la polio y asegurarnos de que todos los niños tengan acceso a las vacunas que necesitan.
Hace apenas un cuarto de siglo la polio era endémica en 125 países y paralizaba a más de 1.000 niños por día. Hoy existen menos casos que nunca, y en un menor número de países. El año pasado se declaró a la India país libre de polio: basta contrastar este hecho con los días en que se la consideraba el lugar más difícil para erradicarla. En los tres países restantes donde no se ha eliminado (Pakistán, Afganistán y Nigeria) hubo apenas 223 casos informados en 2012. Todo esto me hace sentir optimista ante la perspectiva de vivir el día en que pueda celebrar la erradicación definitiva de esta temida enfermedad.
Los notables avances que hemos logrado hasta el momento son resultado de un esfuerzo global sostenido, que ha sido respaldado por importantes recursos entregados por donantes y los países afectados, el compromiso de millones de trabajadores de la sanidad y la constante voluntad política de hacer bien la tarea. Debemos finalizar lo que hemos comenzado. Ningún país se verá a salvo de la reinfección hasta que el virus de la polio se haya erradicado por completo de todos los puntos del planeta.
Al mismo tiempo, debemos aprovechar al máximo los avances científicos desarrollados en la última mitad del siglo, que han convertido las vacunas para otras enfermedades prevenibles en la inversión más potente y rentable en función de sus costes que existe en la actualidad. Las vacunas son baratas y fáciles de administrar, y protegen a los niños toda la vida. Gracias a ellas ya se ha erradicado la viruela y se han reducido notablemente las muertes y enfermedades infantiles relacionadas con el sarampión, la difteria y el tétano.
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Sin embargo, lamentablemente cada 20 segundos todavía mueren niños por neumonía, que se puede prevenir con una vacuna. La mayoría viven en comunidades pobres y remotas que siguen careciendo de acceso a las vacunas básicas a las que se tiene acceso universal en países más afortunados. Esta es una de las razones de que un niño nacido en un país de altos ingresos tiene 18 veces menos probabilidades de morir antes de cumplir los 5 años que uno nacido en un país de bajos ingresos.
Afortunadamente, el mundo está emprendiendo acciones. Esta semana en Abu Dhabi, Mohamed bin Zayed bin Sultan Al Nahyan, Príncipe de la Corona de Abu Dhabi, en colaboración con el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon y Bill Gates, ofrece la primera cumbre mundial dedicada a asegurar que todos los niños del mundo tengan pleno acceso a las vacunas.
La cumbre sobre las vacunas se basa en el compromiso manifestado el año pasado por cerca de 200 países para erradicar la polio, desarrollar nuevas y mejores vacunas a precios más convenientes, y hacerlas llegar a todos los niños antes de 2020.
La erradicación de la polio será un hito clave en el camino a hacer realidad esta visión. Y la cumbre de Abu Dhabi ha trazado una forma clara de llegar a ello en 2018: una estrategia que complemente otras iniciativas para elevar la cobertura de inmunización para enfermedades como el sarampión, la neumonía y el rotavirus. Fortalecer la inmunización de rutina protegerá lo que hayamos ganado contra la polio y nos permitirá alcanzar a los niños y niñas más vulnerables en las comunidades más remotas y difíciles de alcanzar.
Tras haber crecido en un país donde cerca de uno de cada cuatro niños infectados por polio moría de la enfermedad, mi corazón se llena de gozo al imaginar un mundo en que todas las familias tengan acceso a vacunas que salven sus vidas, liberándolas de la carga de una muerte y enfermedad prevenibles. Ahora necesitamos los fondos, el compromiso y la voluntad de implementar el plan presentado en Abu Dhabi.
Cuando se trata de la salud de nuestros niños no debe haber distancias entre ricos y pobres, ni distinciones entre comunidades. Lograr erradicar la polio al ampliar el alcance de las vacunas a todos los niños que las necesitan es una oportunidad para que todos nos pongamos de pie en favor de nuestra comunidad global. Debemos hacerlo. Y, cuando lo hayamos logrado, será un triunfo para la humanidad.
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Not only did Donald Trump win last week’s US presidential election decisively – winning some three million more votes than his opponent, Vice President Kamala Harris – but the Republican Party he now controls gained majorities in both houses on Congress. Given the far-reaching implications of this result – for both US democracy and global stability – understanding how it came about is essential.
By voting for Republican candidates, working-class voters effectively get to have their cake and eat it, expressing conservative moral preferences while relying on Democrats to fight for their basic economic security. The best strategy for Democrats now will be to permit voters to face the consequences of their choice.
urges the party to adopt a long-term strategy aimed at discrediting the MAGA ideology once and for all.
CIUDAD DEL CABO – Todos soñamos con un mundo en que nuestros hijos y nietos crezcan sin la amenaza de la polio y otras enfermedades prevenibles. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los sueños, este se puede hacer realidad. A lo largo de mi vida he tenido la suerte de ser testigo del extraordinario efecto de las vacunas en la protección de los niños contra la enfermedad y la muerte, especialmente en el mundo en desarrollo.
Las vacunas siempre han tenido un especial significado para mí. De niño en Sudáfrica, casi morí a causa de la polio. En ese entonces, a principios de los años 30, no había vacuna para esta enfermedad, muy infecciosa. Con buenas razones, los padres en general sentían terror de que el poliovirus llegara a sus puertas, como la plaga, afectando a su hijo o hija y causando una parálisis irreversible en cosa de horas o, peor aún, la muerte en unos pocos días.
Los doctores dijeron a mis padres que poco más podía hacerse, así es que se prepararon para mi funeral. Afortunadamente me recuperé, excepto por el uso de mi mano derecha. He podido vivir una existencia maravillosa, pero la parálisis en mi mano es un recordatorio diario de por qué debemos buscar urgentemente la erradicación de la polio y asegurarnos de que todos los niños tengan acceso a las vacunas que necesitan.
Hace apenas un cuarto de siglo la polio era endémica en 125 países y paralizaba a más de 1.000 niños por día. Hoy existen menos casos que nunca, y en un menor número de países. El año pasado se declaró a la India país libre de polio: basta contrastar este hecho con los días en que se la consideraba el lugar más difícil para erradicarla. En los tres países restantes donde no se ha eliminado (Pakistán, Afganistán y Nigeria) hubo apenas 223 casos informados en 2012. Todo esto me hace sentir optimista ante la perspectiva de vivir el día en que pueda celebrar la erradicación definitiva de esta temida enfermedad.
Los notables avances que hemos logrado hasta el momento son resultado de un esfuerzo global sostenido, que ha sido respaldado por importantes recursos entregados por donantes y los países afectados, el compromiso de millones de trabajadores de la sanidad y la constante voluntad política de hacer bien la tarea. Debemos finalizar lo que hemos comenzado. Ningún país se verá a salvo de la reinfección hasta que el virus de la polio se haya erradicado por completo de todos los puntos del planeta.
Al mismo tiempo, debemos aprovechar al máximo los avances científicos desarrollados en la última mitad del siglo, que han convertido las vacunas para otras enfermedades prevenibles en la inversión más potente y rentable en función de sus costes que existe en la actualidad. Las vacunas son baratas y fáciles de administrar, y protegen a los niños toda la vida. Gracias a ellas ya se ha erradicado la viruela y se han reducido notablemente las muertes y enfermedades infantiles relacionadas con el sarampión, la difteria y el tétano.
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Afortunadamente, el mundo está emprendiendo acciones. Esta semana en Abu Dhabi, Mohamed bin Zayed bin Sultan Al Nahyan, Príncipe de la Corona de Abu Dhabi, en colaboración con el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon y Bill Gates, ofrece la primera cumbre mundial dedicada a asegurar que todos los niños del mundo tengan pleno acceso a las vacunas.
La cumbre sobre las vacunas se basa en el compromiso manifestado el año pasado por cerca de 200 países para erradicar la polio, desarrollar nuevas y mejores vacunas a precios más convenientes, y hacerlas llegar a todos los niños antes de 2020.
La erradicación de la polio será un hito clave en el camino a hacer realidad esta visión. Y la cumbre de Abu Dhabi ha trazado una forma clara de llegar a ello en 2018: una estrategia que complemente otras iniciativas para elevar la cobertura de inmunización para enfermedades como el sarampión, la neumonía y el rotavirus. Fortalecer la inmunización de rutina protegerá lo que hayamos ganado contra la polio y nos permitirá alcanzar a los niños y niñas más vulnerables en las comunidades más remotas y difíciles de alcanzar.
Tras haber crecido en un país donde cerca de uno de cada cuatro niños infectados por polio moría de la enfermedad, mi corazón se llena de gozo al imaginar un mundo en que todas las familias tengan acceso a vacunas que salven sus vidas, liberándolas de la carga de una muerte y enfermedad prevenibles. Ahora necesitamos los fondos, el compromiso y la voluntad de implementar el plan presentado en Abu Dhabi.
Cuando se trata de la salud de nuestros niños no debe haber distancias entre ricos y pobres, ni distinciones entre comunidades. Lograr erradicar la polio al ampliar el alcance de las vacunas a todos los niños que las necesitan es una oportunidad para que todos nos pongamos de pie en favor de nuestra comunidad global. Debemos hacerlo. Y, cuando lo hayamos logrado, será un triunfo para la humanidad.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen