BEIJING – En 2004, todos empezaban a hablar de desequilibrios globales. El déficit de cuenta corriente de Estados Unidos estaba en un alarmante 5,3% del PIB y se temía que el ratio deuda externa-PIB neto de Estados Unidos trepara a un punto en que los inversores extranjeros demandaran una prima de riesgo más alta sobre los activos denominados en dólares. El espectro de una “interrupción repentina”, una caída del dólar y una crisis de pagos internacional parecía estar acechando a la economía global.
BEIJING – En 2004, todos empezaban a hablar de desequilibrios globales. El déficit de cuenta corriente de Estados Unidos estaba en un alarmante 5,3% del PIB y se temía que el ratio deuda externa-PIB neto de Estados Unidos trepara a un punto en que los inversores extranjeros demandaran una prima de riesgo más alta sobre los activos denominados en dólares. El espectro de una “interrupción repentina”, una caída del dólar y una crisis de pagos internacional parecía estar acechando a la economía global.