SAN DIEGO – Entre los años 1980 y 2000, la Asociación Nacional de Baloncesto de Estados Unidos agregó seis equipos, mientras que la Liga Nacional de Fútbol Americano y las Grandes Ligas de Béisbol añadieron cuatro equipos cada una. ¿Cuántas facultades de medicina se crearon en Estados Unidos durante ese período? Ni una. En muchas ciudades, hoy en día, es más fácil encontrar un mariscal de campo veloz que un pediatra.
Durante años, la Asociación Médica Americana frenó el flujo de nuevos estudiantes, y en el año 1997 aseveró: “Estados Unidos está al borde de un grave exceso de oferta de médicos”. Hoy en día estamos viendo los resultados: enfermeras en Minneapolis, sobrecargadas de trabajo, marchan en piquetes de protesta para exigir aumentos salariales del 30%; y, los hospitales rurales así como los proveedores de atención médica de todo el país enfrentan una escasez crónica de médicos.
La situación exige una revolución en el lado de la oferta con el objetivo de desatascar las arterias del sistema de salud. Ya hemos visto lo que un aumento de la oferta puede hacer en otros sectores. En el sector de la hostelería, la llegada de Airbnb prácticamente añadió un 25% más de habitaciones de hotel en todo el país, lo que hizo que para los hoteles sea difícil incrementar sus precios.
¿Por qué no hemos visto progresos similares en el ámbito de la atención médica? De hecho, sí los hemos visto, pero sólo en sectores libres de grupos de interés especiales y sobrerregulación gubernamental. Por ejemplo, existe una sana competencia cuando se trata de proporcionar procedimientos electivos, como por ejemplo cirugía ocular LASIK y aplicación de Botox. En la década posterior a la aprobación de LASIK que ocurrió el año 1999, miles de cirujanos aprendieron a apuntar láseres a las córneas, lo que hizo bajar el precio de ese procedimiento en un 25%. El Botox, por su parte, debe competir con Dysport y Jeuveau, y por su lado los dermatólogos compiten con cosmetólogos que trabajan en spas. Estas dinámicas de mercado llevan a que los consumidores con ceños fruncidos por las arrugas se beneficien de mejores precios.
Lamentablemente, no se puede decir lo mismo con respecto a los sectores que son más importantes para la salud básica de las personas. En el año 2026, la proporción de médicos en Estados Unidos que alcanzarán la edad de jubilación se incrementará del 12 % al 21 %. Muchos de ellos optarán por jugar golf o mahjong en lugar de permanecer trabajando en sus consultorios o hacer guardias en los hospitales. Y si bien las universidades finalmente han abierto más facultades de medicina, la cantidad de nuevos graduados no puede satisfacer la creciente demanda de una población que envejece. Como resultado, la Asociación de Colegios Médicos Americanos (AAMC) prevé que habrá una escasez de hasta 124.000 médicos en el año 2034.
Y Estados Unidos no es el único país en esta situación. Una de cada cinco personas que residen en Irlanda está esperando una consulta médica, y en Canadá, un perro chihuahua puede realizarse una tomografía computarizada para detectar cáncer más fácilmente que un humano.
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Una revolución en materia de atención de la salud que llegue por el lado de la oferta derribaría los obstáculos que impiden el suministro de médicos calificados y medicamentos bien probados. Tal como están las cosas, puede que se deban gastar $200 millones y se tenga que esperar diez años antes de que el Comité de Enlace sobre Educación Médica (que depende del Departamento de Educación de Estados Unidos) investigue, programe audiencias y finalmente otorgue la aprobación para que se cree una nueva facultad de medicina. Y eso es sólo el comienzo. Incluso si se abre una facultad de medicina, los graduados se tienen que esforzar para encontrar espacios para cursar su residencia a fin de completar su capacitación, esto debido a que una ley del año 1997 congeló la cantidad de residentes de medicina al vincular dicha cifra al gasto en Medicare. El Congreso debería levantar esta limitante.
Además, se debería optimizar la educación médica. En el año 2015, la AAMC revisó a profundidad la Prueba de Admisión al Colegio Médico con el propósito de alentar a que los estudiantes dediquen más tiempo a la empatía y la sociología. Ahora se pide a los examinados que definan términos como “construccionismo social”. Pero si bien la empatía es importante, no va a ayudar a los pacientes que están en listas de espera para recibir procedimientos o que viven en zonas donde no hay médicos disponibles.
Para aumentar la oferta de médicos, Estados Unidos debería seguir el ejemplo de otros países desarrollados y permitir que los aspirantes comiencen su formación médica cuando se encuentran realizando sus estudios de pregrado. En la Universidad de Cambridge, los estudiantes de medicina examinan sus primeros cadáveres a los 18 años, en lugar de esperar hasta los 22. En Estados Unidos, un típico graduado de la escuela de medicina primero pasa cuatro años tomando cursos de pregrado y acumulando deudas abrumadoras.
Estados Unidos también debería allanar el camino para los médicos extranjeros que ya han completado pruebas rigurosas en otras economías avanzadas. Supongamos que usted es un cardiólogo que ha estado practicando durante 20 años en Alemania o Singapur. Incluso en el caso de que las autoridades de inmigración de Estados Unidos le permitan ingresar al país, aún tendrá que hacer malabarismos sorteando una serie de pruebas cada vez más rigurosas, que incluyen tomar exámenes para obtener licencias federales y estatales, asistir a laboratorios de habilidades clínicas y cursar una nueva residencia de varios años de duración en un hospital de Estados Unidos.
Del mismo modo, la Administración de Alimentos y Medicamentos debería facilitar el camino para la aprobación de medicamentos que han sido puestos a prueba, han sido aprobados y distribuidos ampliamente en otros países desarrollados. Por lo general, la FDA requiere que las compañías farmacéuticas gasten decenas de millones de dólares e inviertan muchos años repitiendo ensayos clínicos que ya han sido exitosos, como si las personas estadounidenses (si bien son de constitución más fornida) fueran una especie humana diferente que la de aquellos humanos que se encuentran en el resto del mundo.
Considere lo que el sistema actual ha provocado. En el año 2013, una cepa letal de meningitis se propagó por los dormitorios de la Universidad de Princeton, lo que obligó a los administradores de esta entidad educativa a implorar al gobierno para que les permitiera acceder a una vacuna suiza fabricada por Novartis. Cuando la viruela del mono afectó a Estados Unidos y Europa durante el pasado verano en el hemisferio norte, los reguladores europeos aprobaron rápidamente un antiviral eficaz contra la viruela, pero los estadounidenses tuvieron que esperar, a pesar de que Estados Unidos tenían una reserva de 1,7 millones de dosis de dicho antiviral. La FDA retrasó su aprobación porque quería que los Institutos Nacionales de Salud realizaran un ensayo controlado aleatorizado de varios años de duración, como si la epidemia fuera a esperar.
Las epidemias no esperan, por supuesto, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Si bien no podemos predecir la llegada de la próxima ola de meningitis o viruela del mono, ciertamente sí podemos evitar una epidemia provocada por el hombre que conste de pacientes carentes de tratamiento que estén en la vana búsqueda de alguien que les pueda ayudar.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
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SAN DIEGO – Entre los años 1980 y 2000, la Asociación Nacional de Baloncesto de Estados Unidos agregó seis equipos, mientras que la Liga Nacional de Fútbol Americano y las Grandes Ligas de Béisbol añadieron cuatro equipos cada una. ¿Cuántas facultades de medicina se crearon en Estados Unidos durante ese período? Ni una. En muchas ciudades, hoy en día, es más fácil encontrar un mariscal de campo veloz que un pediatra.
Durante años, la Asociación Médica Americana frenó el flujo de nuevos estudiantes, y en el año 1997 aseveró: “Estados Unidos está al borde de un grave exceso de oferta de médicos”. Hoy en día estamos viendo los resultados: enfermeras en Minneapolis, sobrecargadas de trabajo, marchan en piquetes de protesta para exigir aumentos salariales del 30%; y, los hospitales rurales así como los proveedores de atención médica de todo el país enfrentan una escasez crónica de médicos.
La situación exige una revolución en el lado de la oferta con el objetivo de desatascar las arterias del sistema de salud. Ya hemos visto lo que un aumento de la oferta puede hacer en otros sectores. En el sector de la hostelería, la llegada de Airbnb prácticamente añadió un 25% más de habitaciones de hotel en todo el país, lo que hizo que para los hoteles sea difícil incrementar sus precios.
¿Por qué no hemos visto progresos similares en el ámbito de la atención médica? De hecho, sí los hemos visto, pero sólo en sectores libres de grupos de interés especiales y sobrerregulación gubernamental. Por ejemplo, existe una sana competencia cuando se trata de proporcionar procedimientos electivos, como por ejemplo cirugía ocular LASIK y aplicación de Botox. En la década posterior a la aprobación de LASIK que ocurrió el año 1999, miles de cirujanos aprendieron a apuntar láseres a las córneas, lo que hizo bajar el precio de ese procedimiento en un 25%. El Botox, por su parte, debe competir con Dysport y Jeuveau, y por su lado los dermatólogos compiten con cosmetólogos que trabajan en spas. Estas dinámicas de mercado llevan a que los consumidores con ceños fruncidos por las arrugas se beneficien de mejores precios.
Lamentablemente, no se puede decir lo mismo con respecto a los sectores que son más importantes para la salud básica de las personas. En el año 2026, la proporción de médicos en Estados Unidos que alcanzarán la edad de jubilación se incrementará del 12 % al 21 %. Muchos de ellos optarán por jugar golf o mahjong en lugar de permanecer trabajando en sus consultorios o hacer guardias en los hospitales. Y si bien las universidades finalmente han abierto más facultades de medicina, la cantidad de nuevos graduados no puede satisfacer la creciente demanda de una población que envejece. Como resultado, la Asociación de Colegios Médicos Americanos (AAMC) prevé que habrá una escasez de hasta 124.000 médicos en el año 2034.
Y Estados Unidos no es el único país en esta situación. Una de cada cinco personas que residen en Irlanda está esperando una consulta médica, y en Canadá, un perro chihuahua puede realizarse una tomografía computarizada para detectar cáncer más fácilmente que un humano.
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Una revolución en materia de atención de la salud que llegue por el lado de la oferta derribaría los obstáculos que impiden el suministro de médicos calificados y medicamentos bien probados. Tal como están las cosas, puede que se deban gastar $200 millones y se tenga que esperar diez años antes de que el Comité de Enlace sobre Educación Médica (que depende del Departamento de Educación de Estados Unidos) investigue, programe audiencias y finalmente otorgue la aprobación para que se cree una nueva facultad de medicina. Y eso es sólo el comienzo. Incluso si se abre una facultad de medicina, los graduados se tienen que esforzar para encontrar espacios para cursar su residencia a fin de completar su capacitación, esto debido a que una ley del año 1997 congeló la cantidad de residentes de medicina al vincular dicha cifra al gasto en Medicare. El Congreso debería levantar esta limitante.
Además, se debería optimizar la educación médica. En el año 2015, la AAMC revisó a profundidad la Prueba de Admisión al Colegio Médico con el propósito de alentar a que los estudiantes dediquen más tiempo a la empatía y la sociología. Ahora se pide a los examinados que definan términos como “construccionismo social”. Pero si bien la empatía es importante, no va a ayudar a los pacientes que están en listas de espera para recibir procedimientos o que viven en zonas donde no hay médicos disponibles.
Para aumentar la oferta de médicos, Estados Unidos debería seguir el ejemplo de otros países desarrollados y permitir que los aspirantes comiencen su formación médica cuando se encuentran realizando sus estudios de pregrado. En la Universidad de Cambridge, los estudiantes de medicina examinan sus primeros cadáveres a los 18 años, en lugar de esperar hasta los 22. En Estados Unidos, un típico graduado de la escuela de medicina primero pasa cuatro años tomando cursos de pregrado y acumulando deudas abrumadoras.
Estados Unidos también debería allanar el camino para los médicos extranjeros que ya han completado pruebas rigurosas en otras economías avanzadas. Supongamos que usted es un cardiólogo que ha estado practicando durante 20 años en Alemania o Singapur. Incluso en el caso de que las autoridades de inmigración de Estados Unidos le permitan ingresar al país, aún tendrá que hacer malabarismos sorteando una serie de pruebas cada vez más rigurosas, que incluyen tomar exámenes para obtener licencias federales y estatales, asistir a laboratorios de habilidades clínicas y cursar una nueva residencia de varios años de duración en un hospital de Estados Unidos.
Del mismo modo, la Administración de Alimentos y Medicamentos debería facilitar el camino para la aprobación de medicamentos que han sido puestos a prueba, han sido aprobados y distribuidos ampliamente en otros países desarrollados. Por lo general, la FDA requiere que las compañías farmacéuticas gasten decenas de millones de dólares e inviertan muchos años repitiendo ensayos clínicos que ya han sido exitosos, como si las personas estadounidenses (si bien son de constitución más fornida) fueran una especie humana diferente que la de aquellos humanos que se encuentran en el resto del mundo.
Considere lo que el sistema actual ha provocado. En el año 2013, una cepa letal de meningitis se propagó por los dormitorios de la Universidad de Princeton, lo que obligó a los administradores de esta entidad educativa a implorar al gobierno para que les permitiera acceder a una vacuna suiza fabricada por Novartis. Cuando la viruela del mono afectó a Estados Unidos y Europa durante el pasado verano en el hemisferio norte, los reguladores europeos aprobaron rápidamente un antiviral eficaz contra la viruela, pero los estadounidenses tuvieron que esperar, a pesar de que Estados Unidos tenían una reserva de 1,7 millones de dosis de dicho antiviral. La FDA retrasó su aprobación porque quería que los Institutos Nacionales de Salud realizaran un ensayo controlado aleatorizado de varios años de duración, como si la epidemia fuera a esperar.
Las epidemias no esperan, por supuesto, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Si bien no podemos predecir la llegada de la próxima ola de meningitis o viruela del mono, ciertamente sí podemos evitar una epidemia provocada por el hombre que conste de pacientes carentes de tratamiento que estén en la vana búsqueda de alguien que les pueda ayudar.
Traducción de Rocío L. Barrientos.