MILÁN – Ya aceptamos ampliamente que la relación económica y tecnológica entre Estados Unidos y China estará caracterizada por una combinación de cooperación y competencia estratégicas. En gran medida vemos con buenos ojos a la cooperación estratégica, ya que para solucionar los desafíos que compartimos —desde el cambio climático y las pandemias hasta la regulación de las tecnologías de última generación— es necesaria la participación de las dos mayores economías del mundo. Pero solemos percibir a la competencia estratégica como una posibilidad preocupante y hasta amenazadora. No tiene por qué ser así.
MILÁN – Ya aceptamos ampliamente que la relación económica y tecnológica entre Estados Unidos y China estará caracterizada por una combinación de cooperación y competencia estratégicas. En gran medida vemos con buenos ojos a la cooperación estratégica, ya que para solucionar los desafíos que compartimos —desde el cambio climático y las pandemias hasta la regulación de las tecnologías de última generación— es necesaria la participación de las dos mayores economías del mundo. Pero solemos percibir a la competencia estratégica como una posibilidad preocupante y hasta amenazadora. No tiene por qué ser así.