CAMBRIDGE – La competencia de grandes potencias entre Estados Unidos y China es un aspecto definitorio de la primera parte de este siglo, pero hay grandes desacuerdos respecto de cómo caracterizarla. Algunos dicen que es una «rivalidad duradera» análoga a la que existió entre Alemania y Gran Bretaña antes de las dos guerras mundiales del siglo pasado. Otros temen que Estados Unidos y China sean como Esparta (la potencia dominante) y Atenas (la potencia en ascenso) en el siglo quinto antes de Cristo, «predestinadas a la guerra». Por supuesto, el problema es que creer en la inevitabilidad de un conflicto puede convertirse en una profecía autocumplida.
CAMBRIDGE – La competencia de grandes potencias entre Estados Unidos y China es un aspecto definitorio de la primera parte de este siglo, pero hay grandes desacuerdos respecto de cómo caracterizarla. Algunos dicen que es una «rivalidad duradera» análoga a la que existió entre Alemania y Gran Bretaña antes de las dos guerras mundiales del siglo pasado. Otros temen que Estados Unidos y China sean como Esparta (la potencia dominante) y Atenas (la potencia en ascenso) en el siglo quinto antes de Cristo, «predestinadas a la guerra». Por supuesto, el problema es que creer en la inevitabilidad de un conflicto puede convertirse en una profecía autocumplida.