CAMBRIDGE – En el vigésimo Congreso Nacional del Partido Comunista Chino el mes pasado, el régimen unipersonal del país bajo el mando de Xi Jinping se afianzó profundamente. Aunque la China comunista nunca ha sido una democracia, sus líderes post-Mao siempre estuvieron atentos a las opiniones que circulaban, les prestaron atención a las voces provenientes de abajo y así pudieron revertir políticas fallidas antes de que se volvieran desastrosas. La centralización del poder de Xi representa una estrategia diferente y esto no es un buen augurio para cómo el país decida frente a sus crecientes problemas -el deterioro económico, las costosas políticas de COVID cero, la cantidad cada vez mayor de abusos de los derechos humanos y la represión política.
CAMBRIDGE – En el vigésimo Congreso Nacional del Partido Comunista Chino el mes pasado, el régimen unipersonal del país bajo el mando de Xi Jinping se afianzó profundamente. Aunque la China comunista nunca ha sido una democracia, sus líderes post-Mao siempre estuvieron atentos a las opiniones que circulaban, les prestaron atención a las voces provenientes de abajo y así pudieron revertir políticas fallidas antes de que se volvieran desastrosas. La centralización del poder de Xi representa una estrategia diferente y esto no es un buen augurio para cómo el país decida frente a sus crecientes problemas -el deterioro económico, las costosas políticas de COVID cero, la cantidad cada vez mayor de abusos de los derechos humanos y la represión política.