US Army Oli Scarff/Getty Images

Las bases de la estabilidad en el Pacífico

WASHINGTON, DC – Este mes, hice una recorrida de dos semanas por el Pacífico, con seis paradas, de las que la primera fue una visita a la 25.ª División de Infantería del Ejército de los Estados Unidos en Hawaii. Fue un buen modo de comenzar la gira; un recordatorio de que el Ejército de los Estados Unidos es un componente crucial de la seguridad en el Pacífico.

La 25.ª División de Infantería, que en sus primeros años se ganó el apodo de “relámpago del trópico”, cumplirá 75 años en unas semanas. Los hombres y las mujeres estacionados allí (y todos los soldados de Estados Unidos en la región de Asia y el Pacífico) han estado trabajando durante buena parte del siglo pasado para garantizar la estabilidad regional. Y después del giro estratégico del presidente Barack Obama en dirección a Asia, han hecho todavía más.

Hoy, el Ejército de Estados Unidos tiene mucho trabajo que hacer fuera de la región. Está al frente de la campaña de la coalición liderada por Estados Unidos contra el autodenominado Estado Islámico, así como de los esfuerzos para apoyar al pueblo de Afganistán.

Pero también seguimos cumpliendo una función crucial para el mantenimiento de la paz y la seguridad en la región de Asia y el Pacífico. Aunque es común relacionar esta tarea con el trabajo de la Fuerza Aérea y la Armada estadounidenses, el Ejército tiene un papel cada vez más importante en el fortalecimiento de las alianzas regionales. En momentos en que seis de los diez ejércitos más grandes del mundo están ubicados en el teatro de operaciones del Pacífico, y los jefes de defensa de 22 de los 27 países de la región pertenecen al arma terrestre, la necesidad de invertir en la misión del Ejército de los Estados Unidos es evidente.

Un componente clave de esa misión es el programa Pacific Pathways, que incluye “reunir a socios multinacionales para la realización de una serie de ejercicios militares con el objetivo de aumentar la preparación del Ejército por medio de entrenamiento adicional y un fortalecimiento de las relaciones con las fuerzas aliadas”. En los intercambios que tuve con soldados estadounidenses que participan en estos ejercicios en Hawaii, Malasia y Alaska pude ver con mis propios ojos el aporte que el programa realiza a la seguridad regional.

En Hawaii, soldados estadounidenses y singapurenses participaron en el 36.º año de ejercicios conjuntos. Desde el soldado raso más novato hasta el general más experimentado, los uniformados estadounidenses han desarrollado fuertes lazos con sus pares y un profundo orgullo por su misión de seguridad compartida. En este sentido, también cumplen una importante función de embajadores en la región.

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La colaboración del Ejército de Estados Unidos con Malasia es más reciente. Pero durante un ejercicio conjunto anual, pude apreciar el aumento del conocimiento mutuo y la interoperabilidad de nuestras fuerzas, y noté una creciente satisfacción por el fortalecimiento de los vínculos. Si, por ejemplo, llegara a producirse un desastre natural en el Pacífico, los lazos cultivados por Estados Unidos y Malasia ayudarían a salvar miles de vidas durante una respuesta combinada a la crisis.

Sabemos que debemos seguir trabajando para sostener y fortalecer nuestra presencia en el Pacífico, aun cuando los soldados estadounidenses siguen cumpliendo misiones muy variadas y demandantes en otras partes del mundo. Un modo de facilitar este objetivo son las brigadas rotativas.

En Camp Casey (Corea del Sur), almorcé con soldados de la 1.ª División de Caballería, que tras entrenarse durante nueve meses en Fort Hood (Texas) se embarcaron en una misión rotativa de nueve meses en la península. La calidad y el rigor del entrenamiento que llevan a cabo con sus pares del Ejército de la República de Corea hacen que su preparación aumente todavía más con el correr de la misión.

Otro modo en que el Ejército de Estados Unidos mantiene su flexibilidad, capacidad de respuesta y alcance en la región de Asia y el Pacífico es el preposicionamiento de recursos (colecciones estratégicas de equipos de combate cruciales) en territorios de países aliados. En Japón, por ejemplo, el Ejército de Estados Unidos tiene estacionados más de cien vehículos acuáticos que en caso de desastre natural u otras contingencias pueden usarse para el envío veloz de suministros.

Además de mantener allí los equipos, entrenamos a nuestros aliados en su uso y desarrollamos nuestras capacidades logísticas para su distribución efectiva. En la práctica, el Ejército de Estados Unidos provee de capacidades de respuesta rápida a la Fuerza Conjunta de Estados Unidos (formada por el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y los Marines) y a nuestros socios y aliados.

El Ejército de Estados Unidos también está llevando a cabo innovaciones tácticas en el Pacífico. Si bien nuestro presupuesto para modernización es inferior al de otras instituciones armadas estadounidenses, debemos seguir desarrollando capacidades rápidamente y equipando a nuestro personal con la tecnología más avanzada. Esa es la razón, por ejemplo, por la que nuestros soldados han estado aprendiendo a luchar en formación con robots en Hawaii y hemos participado en entrenamientos bilaterales con sistemas aéreos no tripulados en Malasia.

Un último elemento de nuestra presencia en la región de Asia y el Pacífico es el esfuerzo para mejorar nuestras capacidades para entornos tácticos difíciles. En Alaska realizamos ejercicios que mejoran nuestra capacidad para actuar en climas extremos, que nos ayudará a garantizar que el Ártico no se convierta en una región disputada. Y el entrenamiento en Hawaii y Malasia ha fortalecido nuestra preparación para el combate en ámbitos selváticos.

El Ejército de Estados Unidos tiene una amplia variedad de misiones y responsabilidades. La tarea que cumple de Hawaii a Guam, del noreste de Asia a la frontera de Alaska, es crucial: sentar los cimientos para la seguridad en una región dinámica y para el futuro de Estados Unidos allí.

Traducción: Esteban Flamini

https://prosyn.org/iW2KsXxes