NUEVA YORK – A lo largo de 2018, gran parte de Asia se vio sacudida por la nueva y cada vez más impredecible dinámica en las relaciones sino-norteamericanas. Hace un año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, regresó de Beijing después de su “visita de estado plus” que, China esperaba, había puesto fin a su retórica de campaña anti-China. Doce meses después, China y Estados Unidos están atrapados en una guerra comercial sin resolver, y la administración de Trump ha reemplazado el “compromiso estratégico” de Estados Unidos con China por una “competencia estratégica”.
NUEVA YORK – A lo largo de 2018, gran parte de Asia se vio sacudida por la nueva y cada vez más impredecible dinámica en las relaciones sino-norteamericanas. Hace un año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, regresó de Beijing después de su “visita de estado plus” que, China esperaba, había puesto fin a su retórica de campaña anti-China. Doce meses después, China y Estados Unidos están atrapados en una guerra comercial sin resolver, y la administración de Trump ha reemplazado el “compromiso estratégico” de Estados Unidos con China por una “competencia estratégica”.