LONDRES – Este año ha habido dos imágenes trágicas e inquietantes: verdugos islámicos encapuchados apretando cuchillos contra el pescuezo de víctimas inocentes y trabajadores médicos enmascarados luchando cuesta arriba y con bravura contra un brote de ébola para el que el mundo no estaba preparado, pero el legado duradero de este año será un desastre aún más extenso, para cuya recuperación harán falta años, si no decenios: casi dos millones de niños recién desplazados y atrapados en las zonas de conflicto a través del Iraq, Siria, Gaza, la República Centroafricana y otras partes.
LONDRES – Este año ha habido dos imágenes trágicas e inquietantes: verdugos islámicos encapuchados apretando cuchillos contra el pescuezo de víctimas inocentes y trabajadores médicos enmascarados luchando cuesta arriba y con bravura contra un brote de ébola para el que el mundo no estaba preparado, pero el legado duradero de este año será un desastre aún más extenso, para cuya recuperación harán falta años, si no decenios: casi dos millones de niños recién desplazados y atrapados en las zonas de conflicto a través del Iraq, Siria, Gaza, la República Centroafricana y otras partes.