WASHINGTON D. C. – Desde la Segunda Guerra Mundial la comunidad internacional no enfrentaba una prueba tan monumental como las crisis entrelazadas de la COVID-19 y el cambio climático, y las profundas desigualdades económicas y sociales que dejaron al descubierto. Sin embargo, justo cuando la acción colectiva y a escala mundial es más necesaria para lidiar con estas crisis, el nacionalismo exclusivista y las crecientes tensiones entre las grandes potencias (entre ellas, un retraimiento similar al de la Guerra Fría entre democracias y autocracias) erosionan la esencial cooperación multilateral.
WASHINGTON D. C. – Desde la Segunda Guerra Mundial la comunidad internacional no enfrentaba una prueba tan monumental como las crisis entrelazadas de la COVID-19 y el cambio climático, y las profundas desigualdades económicas y sociales que dejaron al descubierto. Sin embargo, justo cuando la acción colectiva y a escala mundial es más necesaria para lidiar con estas crisis, el nacionalismo exclusivista y las crecientes tensiones entre las grandes potencias (entre ellas, un retraimiento similar al de la Guerra Fría entre democracias y autocracias) erosionan la esencial cooperación multilateral.