brown110_Vyacheslav Madiyevskyy  UkrinformFuture Publishing via Getty Images_education Vyacheslav Madiyevskyy / Ukrinform/Future Publishing via Getty Images

La Cumbre del Futuro de las Naciones Unidas debe abogar por la educación universal

EDIMBURGO – Unos 500 millones de niños en todo el mundo están atrapados en zonas de conflicto o desplazados por la guerra y el cambio climático, lo que pone su derecho a la educación en grave riesgo. Estos son los niños más ignorados del mundo y sus necesidades educativas urgentes deben encabezar la agenda de los responsables de las políticas ahora, en la Cumbre del Futuro de las Naciones Unidas realizada en la ciudad de Nueva York, y en la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social del año próximo.

Cuando se creó Education Cannot Wait en 2016, enfrentó el enorme desafío de apoyar a alrededor de 75 millones de niños en todo el mundo cuya educación se había visto afectada por crisis. Desde entonces, según la última estimación global de la organización, la cantidad de niños afectados por crisis que necesitan un apoyo educativo prácticamente se ha triplicado, alcanzando 224 millones.

En otras palabras, a decenas de millones de niños -cuyas vidas están trastocadas por conflictos, shocks climáticos y un desplazamiento forzado- se les está negando una educación. Crecen en medio del caos y la violencia y están privados de cualquier sensación de seguridad o estabilidad. Frente a crisis que se vuelven más prolongadas y severas, la mayoría de estos niños tiene pocas posibilidades de llevar una vida normal.

Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el refugiado promedio permanece desplazado durante 26 años. La cantidad de gente obligada a huir de sus hogares ha aumentado sostenidamente en los últimos diez años, alcanzando un récord de 117 millones en 2023. Eso significa que una de cada 69 personas en la Tierra hoy es un refugiado -un incremento del 75% desde 2010-. En tanto los conflictos en Gaza, Ucrania, la República Democrática del Congo, Sudán y Sahel siguen escalando, se espera que esta cifra crezca drásticamente.

En los últimos años, el cambio climático se ha vuelto uno de los principales motores de desplazamiento forzado. Desde 2020, 62 millones de niños en 27 países han visto su educación alterada por desastres climáticos. Según UNICEF, casi mil millones de niños -especialmente en el África subsahariana y el sur de Asia- hoy corren un “riesgo extremadamente alto” de ser desplazados por shocks climáticos.

Las niñas son particularmente vulnerables a la crisis climática, porque enfrentan un mayor riesgo de tener que abandonar la escuela, con consecuencias de largo plazo potencialmente devastadoras. Un estudio reciente de UNESCO determinó que las niñas de escuela primaria que viven en países afectados por crisis tienen significativamente más probabilidades que los niños de quedarse fuera de la escuela. Esta brecha de género se amplía en tanto van cumpliendo años, y a los gobiernos y a los proveedores de educación les resulta difícil superar las numerosas barreras para la educación de las niñas.

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Esta es una tragedia absolutamente evitable. Los niños no deberían tener que esperar a que terminen las guerras o a que se resuelva la crisis climática para acceder a educación de calidad. Debemos brindarles a los niños desplazados la educación que necesitan para alcanzar sus aspiraciones antes de que sea demasiado tarde.

Lamentablemente, la comunidad internacional todavía no ha reconocido la magnitud de esta crisis. En tanto las necesidades educativas de los niños desplazados se disparan, el financiamiento humanitario sigue menguando. En 2023, según el Centro Global de Ginebra para la Educación en Situaciones de Emergencia, el financiamiento de la educación humanitaria cayó el 4% comparado con el año anterior. Esta caída, la primera en diez años, es especialmente alarmante dado que la educación ya venía sufriendo una infrafinanciación crónica.

La Cumbre del Futuro, junto con la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de 2025, representa una oportunidad crítica para revertir esta tendencia. Cuando a los niños se le niega el acceso a la educación, inevitablemente aumentan los matrimonios infantiles, el tráfico de niños y la mano de obra infantil. (Al ritmo actual de la aplicación de las leyes y convenciones internacionales contra el matrimonio infantil, podrían hacer falta otros 300 años para poner fin a esta práctica aborrecible). 

Sin duda, encontrarle una solución a este problema no será fácil. El economista Jeffrey Sachs ha resaltado las crudas realidades financieras que enfrentan los países de bajos y medianos ingresos que lidian con cargas de deuda pesadas y con un crecimiento de las poblaciones juveniles. La mayoría de estos países actualmente asigna apenas el 2-4%  de su ingreso nacional a la educación -mucho menos de lo que necesitan para brindar escolaridad de calidad a todos los niños- y esto hace que el objetivo de acceso universal se vuelva inalcanzable, ni siquiera con impuestos más elevados.

En consecuencia, la comunidad internacional debe movilizar con urgencia financiamiento adicional para garantizar el acceso a educación de calidad para los niños en países de bajos ingresos. Una solución potencial, propuestapor Lawrence Summers y N. K. Singh, es triplicar la financiación de la Asociación Internacional de Fomento de aquí a 2030 y que un 15% de estos fondos sean asignados a programas educativos.

Pero en los países de medianos ingresos es donde se encuentra el principal porcentaje de niños sin escolaridad. Aquí, las garantías brindadas por el Mecanismo Internacional de Financiamiento para la Educación podrían aumentar significativamente los recursos financieros a disposición de los países de ingresos bajos y medianos en Asia, África y América Latina.

Al mismo tiempo, los responsables de las políticas internacionales deben aprovechar las tecnologías emergentes para transformar la educación en las regiones más pobres del mundo, permitiéndoles a los niños aprender a su propio ritmo mediante programas personalizados que complementen el trabajo de los maestros locales.

La búsqueda de una educación universal es el desafío de política social que define a nuestro tiempo. Frente a un progreso interrumpido y a las perspectivas de toda una generación en juego, debemos hacer todo lo posible para destrabar el potencial de todos los niños, en todas partes. Las generaciones futuras cuentan con que nosotros elijamos con sensatez.

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