LONDRES – Tras la crisis climática que se agrava, la pandemia del COVID-19 y los crecientes precios de la energía, una guerra en Europa era lo último que necesitaba un sistema alimentario global frágil. Ahora que hay hasta 50 millones de personas en el mundo al borde de la inanición, no son sólo los ucranianos quienes están pagando el precio de la invasión del presidente ruso, Vladimir Putin, a su país.
LONDRES – Tras la crisis climática que se agrava, la pandemia del COVID-19 y los crecientes precios de la energía, una guerra en Europa era lo último que necesitaba un sistema alimentario global frágil. Ahora que hay hasta 50 millones de personas en el mundo al borde de la inanición, no son sólo los ucranianos quienes están pagando el precio de la invasión del presidente ruso, Vladimir Putin, a su país.