MADRID – Mientras la UE trata de capear el temporal nacionalista que amenaza con erosionar sus instituciones, algunos de sus más importantes aliados estratégicos están contribuyendo a la incertidumbre que reina en el ambiente. Claro ejemplo de ello es Turquía, que es candidata oficial a adherirse a la UE desde 1999 e ingresó en la OTAN en 1952. Sobre el papel, Turquía reúne unas condiciones ideales para tender puentes entre Europa y Oriente Próximo, pero su reciente deriva—incluyendo las acusaciones del Presidente Recep Tayyip Erdoğan a las instituciones alemanas y neerlandesas de incurrir en prácticas nazis—resulta muy alarmante.
MADRID – Mientras la UE trata de capear el temporal nacionalista que amenaza con erosionar sus instituciones, algunos de sus más importantes aliados estratégicos están contribuyendo a la incertidumbre que reina en el ambiente. Claro ejemplo de ello es Turquía, que es candidata oficial a adherirse a la UE desde 1999 e ingresó en la OTAN en 1952. Sobre el papel, Turquía reúne unas condiciones ideales para tender puentes entre Europa y Oriente Próximo, pero su reciente deriva—incluyendo las acusaciones del Presidente Recep Tayyip Erdoğan a las instituciones alemanas y neerlandesas de incurrir en prácticas nazis—resulta muy alarmante.