MADRID – La multipolaridad está de vuelta, y con ella la rivalidad estratégica entre grandes potencias. La reemergencia de China y el retorno de Rusia a la primera línea de la geopolítica —tras atravesar sendos períodos de introspección— son dos de las dinámicas internacionales más destacadas de lo que llevamos de siglo. Durante el primer año de Donald Trump en la Casa Blanca, las tensiones entre Estados Unidos y estos dos países han aumentado a un ritmo todavía mayor. A medida que el panorama doméstico de Estados Unidos se deteriora, lo hacen también sus relaciones con los que pueden percibirse como sus principales adversarios.
MADRID – La multipolaridad está de vuelta, y con ella la rivalidad estratégica entre grandes potencias. La reemergencia de China y el retorno de Rusia a la primera línea de la geopolítica —tras atravesar sendos períodos de introspección— son dos de las dinámicas internacionales más destacadas de lo que llevamos de siglo. Durante el primer año de Donald Trump en la Casa Blanca, las tensiones entre Estados Unidos y estos dos países han aumentado a un ritmo todavía mayor. A medida que el panorama doméstico de Estados Unidos se deteriora, lo hacen también sus relaciones con los que pueden percibirse como sus principales adversarios.