NUEVA YORK – El asalto de simpatizantes de Donald Trump al Capitolio de los Estados Unidos, alentado por el mismo Trump, fue el resultado predecible de cuatro años de ataques a las instituciones democráticas, con la complicidad de muchos en el Partido Republicano. Y que nadie diga que Trump no avisó: jamás se comprometió a permitir una transición de mando pacífica. Muchos que se beneficiaron con sus rebajas de impuestos a ricos y corporaciones, la desregulación ambiental y la designación de jueces proempresas sabían que estaban haciendo un pacto con el demonio. O creyeron que podían controlar las fuerzas extremistas que desató Trump, o no les importó.
NUEVA YORK – El asalto de simpatizantes de Donald Trump al Capitolio de los Estados Unidos, alentado por el mismo Trump, fue el resultado predecible de cuatro años de ataques a las instituciones democráticas, con la complicidad de muchos en el Partido Republicano. Y que nadie diga que Trump no avisó: jamás se comprometió a permitir una transición de mando pacífica. Muchos que se beneficiaron con sus rebajas de impuestos a ricos y corporaciones, la desregulación ambiental y la designación de jueces proempresas sabían que estaban haciendo un pacto con el demonio. O creyeron que podían controlar las fuerzas extremistas que desató Trump, o no les importó.