NUEVA YORK – La matanza perpetrada en julio de 2011 en Noruega y el reciente ataque a un templo sij en Oak Creek (Wisconsin) fueron obra de extremistas de extrema derecha que pretendían rehacer el mundo a su imagen neonazi. De forma semejante, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 fueron obra de terroristas islámicos que consideran una amenaza las demás regiones y culturas, pero sería simplista creer que nuestros dirigentes no echan combustible al fuego del odio, aunque su patrioterismo adopte una forma “civilizada”.
NUEVA YORK – La matanza perpetrada en julio de 2011 en Noruega y el reciente ataque a un templo sij en Oak Creek (Wisconsin) fueron obra de extremistas de extrema derecha que pretendían rehacer el mundo a su imagen neonazi. De forma semejante, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 fueron obra de terroristas islámicos que consideran una amenaza las demás regiones y culturas, pero sería simplista creer que nuestros dirigentes no echan combustible al fuego del odio, aunque su patrioterismo adopte una forma “civilizada”.