Tras la crisis de Asia y de sus repercusiones mundiales, incluido el derrumbre de los tipos de cambio controlados en Rusia y Brasil, se ha suscitado un animado debate sobre las alternativas cambiarias que pueden asegurar la estabilidad macroeconómica. Las únicas eficaces aparentemente se reducen a una opción entre sistemas en los que el tipo de cambio está rigurosamente fijo y sirve como ancla y aquéllos en los que, aunque el tipo de cambio flota libremente, el banco central fija una meta de inflación baja y luego hace todo lo posible por alcanzarla.
Tras la crisis de Asia y de sus repercusiones mundiales, incluido el derrumbre de los tipos de cambio controlados en Rusia y Brasil, se ha suscitado un animado debate sobre las alternativas cambiarias que pueden asegurar la estabilidad macroeconómica. Las únicas eficaces aparentemente se reducen a una opción entre sistemas en los que el tipo de cambio está rigurosamente fijo y sirve como ancla y aquéllos en los que, aunque el tipo de cambio flota libremente, el banco central fija una meta de inflación baja y luego hace todo lo posible por alcanzarla.