La popularidad en caída libre del Presidente George W. Bush, su pérdida del control del Congreso, las persistentes dudas sobre la marcha de la economía y, por encima de todo, su desacreditada reputación a consecuencia del desastre en el Iraq son datos, todos ellos, que amplifican la debilidad característica de los Presidentes de los Estados Unidos en su segundo mandato, pero, mientras que todos los gobiernos latinoamericanos contemplan las mismas noticias sobre los tormentos y tribulaciones cada vez mayores de Bush, sus reacciones ante el traspaso del poder en lontananza en los Estados Unidos son de tres tipos.
La popularidad en caída libre del Presidente George W. Bush, su pérdida del control del Congreso, las persistentes dudas sobre la marcha de la economía y, por encima de todo, su desacreditada reputación a consecuencia del desastre en el Iraq son datos, todos ellos, que amplifican la debilidad característica de los Presidentes de los Estados Unidos en su segundo mandato, pero, mientras que todos los gobiernos latinoamericanos contemplan las mismas noticias sobre los tormentos y tribulaciones cada vez mayores de Bush, sus reacciones ante el traspaso del poder en lontananza en los Estados Unidos son de tres tipos.