MELBOURNE/LODZ – A fines de mayo y en junio, tras la brutal muerte de George Floyd bajo la rodilla de un policía en Minneapolis, hubo en Estados Unidos y todo el mundo protestas masivas contra el racismo sistémico. La muerte de Floyd vino a continuación de muchos casos anteriores de policías que mataron a afroamericanos desarmados que no actuaban con violencia. En general las protestas fueron pacíficas, pero algunas se convirtieron en disturbios con numerosos incidentes de saqueo y vandalismo. La legitimidad de protestar contra la brutalidad policial y el racismo es indudable, pero ¿qué ocurre cuando las protestas se vuelven violentas?
MELBOURNE/LODZ – A fines de mayo y en junio, tras la brutal muerte de George Floyd bajo la rodilla de un policía en Minneapolis, hubo en Estados Unidos y todo el mundo protestas masivas contra el racismo sistémico. La muerte de Floyd vino a continuación de muchos casos anteriores de policías que mataron a afroamericanos desarmados que no actuaban con violencia. En general las protestas fueron pacíficas, pero algunas se convirtieron en disturbios con numerosos incidentes de saqueo y vandalismo. La legitimidad de protestar contra la brutalidad policial y el racismo es indudable, pero ¿qué ocurre cuando las protestas se vuelven violentas?