En gran parte del mundo, los últimos cincuenta años han visto el fin de la política ideológica. Primero vino el apocalíptico colapso del fascismo, cuando Hitler hizo que Alemania se uniera a él en un suicido colectivo. Al derrumbe del fascismo le siguió la desintegración, más gradual, del comunismo tras la muerte de Stalin y la revelación de sus crímenes por parte de Kruschev. Las fallidas revoluciones en Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968 fueron el presagio de la caída final del imperio soviético en 1989.
En gran parte del mundo, los últimos cincuenta años han visto el fin de la política ideológica. Primero vino el apocalíptico colapso del fascismo, cuando Hitler hizo que Alemania se uniera a él en un suicido colectivo. Al derrumbe del fascismo le siguió la desintegración, más gradual, del comunismo tras la muerte de Stalin y la revelación de sus crímenes por parte de Kruschev. Las fallidas revoluciones en Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968 fueron el presagio de la caída final del imperio soviético en 1989.