OSAKA – Quizás ningún otro deporte se lleve a cabo tan religiosamente como la lucha de sumo. Antes de un combate, los árbitros (que además son sacerdotes Shinto) purifican las algas marinas, la sal y el sake. Los luchadores lavan sus rostros, bocas y axilas antes de ingresar al dohyo (cuadrilátero), en cuyas arenas sagradas no pueden ingresar hombres con zapatos ni mujeres. Antes del comienzo de un combate, los dos contrincantes levantan las manos para mostrar que no ocultan armas en los pliegues de su cinturón con aspecto de taparrabos.
OSAKA – Quizás ningún otro deporte se lleve a cabo tan religiosamente como la lucha de sumo. Antes de un combate, los árbitros (que además son sacerdotes Shinto) purifican las algas marinas, la sal y el sake. Los luchadores lavan sus rostros, bocas y axilas antes de ingresar al dohyo (cuadrilátero), en cuyas arenas sagradas no pueden ingresar hombres con zapatos ni mujeres. Antes del comienzo de un combate, los dos contrincantes levantan las manos para mostrar que no ocultan armas en los pliegues de su cinturón con aspecto de taparrabos.