En las semanas transcurridas desde que Francia y los Países Bajos rechazaron el propuesto Tratado Constitucional de la Unión Europea, los dirigentes de ésta han estado muy atareados señalándose con el dedo unos a otros o acusando a los ciudadanos franceses y holandeses de no entender la pregunta que se les había formulado, pero no ha surgido un estadista paneuropeo y ninguna institución europea importante ha tenido siquiera el valor de aportar su propio análisis de la situación actual y mucho menos proponer un plan estratégico para el futuro.
En las semanas transcurridas desde que Francia y los Países Bajos rechazaron el propuesto Tratado Constitucional de la Unión Europea, los dirigentes de ésta han estado muy atareados señalándose con el dedo unos a otros o acusando a los ciudadanos franceses y holandeses de no entender la pregunta que se les había formulado, pero no ha surgido un estadista paneuropeo y ninguna institución europea importante ha tenido siquiera el valor de aportar su propio análisis de la situación actual y mucho menos proponer un plan estratégico para el futuro.