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La promesa de la defensa misilística euro-atlántica

BRUSELAS – El nuevo tratado de reducción de armas estratégicas (START, por su sigla en inglés) que el presidente ruso, Dmitry Medvedev, y el presidente norteamericano, Barack Obama, acaban de firmar en Praga es un logro histórico, y una inspiración para un futuro progreso en materia de control de armas a nivel global. Pero, al mismo tiempo, aquí y ahora, también debemos prepararnos para defendernos de otra tendencia, menos alentadora.

La proliferación de armas de destrucción masiva y sus medios de distribución es una amenaza tanto para los aliados de la OTAN como para Rusia. Un análisis de las tendencias actuales demuestra que más de 30 países tienen o están desarrollando capacidades misilísticas. En muchos casos, esos misiles podrían llegar a amenazar las poblaciones y territorios de Europa.

Irán es un buen ejemplo. Ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear, y está desarrollando un programa nuclear que, según dice, persigue exclusivamente fines civiles. Pero Irán ha ido mucho más allá de lo que se necesita para un programa puramente civil. Ha escondido varias instalaciones nucleares de la Agencia Internacional de Energía Atómica, ha jugado a las escondidas con la comunidad internacional y ha rechazado todos los ofrecimientos de cooperación de parte de Estados Unidos, la Unión Europea, entre otros. Más recientemente, el gobierno iraní dio a conocer sus planes de enriquecer uranio a niveles que parecen incompatibles con el uso civil y que desafían varias resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Irán también cuenta con un amplio programa de desarrollo de misiles. Las autoridades iraníes declaran que el rango de sus misiles Shahab-3 modificados es de 2.000 kilómetros, lo que pone al alcance a países aliados como Turquía, Grecia, Rumania y Bulgaria.

En febrero de 2009, Irán introdujo el vehículo de lanzamiento espacial SAFIR 2. Esta es una etapa clave en el desarrollo de misiles de alcance intermedio e intercontinental. Si Irán completa este desarrollo, toda Europa, así como también toda Rusia, estarán dentro del rango de tiro.

Los proliferadores deben saber que los aliados de la OTAN son inquebrantables en su compromiso con la defensa colectiva, incluida la disuasión nuclear. Frente a la propagación de tecnología misilística, y regímenes y líderes impredecibles, estamos obligados con nuestras poblaciones a complementar nuestras capacidades de disuasión con una capacidad efectiva de defensa misilística.

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No arrancamos de la nada. Ya hace un tiempo que los aliados de la OTAN vienen analizando diversas opciones de defensa misilística. La propia OTAN está desarrollando protecciones para nuestras tropas en el frente. Pero con la nueva postura de Estados Unidos en cuanto a la defensa misilística, hoy existen oportunidades mucho mejores para un sistema efectivo a nivel de toda la OTAN que mejoraría la defensa territorial de nuestras poblaciones y naciones.

Una verdadera defensa misilística euro-atlántica, si fuera conjunta, demostraría la voluntad colectiva de la OTAN, no sólo de defenderse de las nuevas amenazas de hoy y mañana, sino también de enviar un claro mensaje de que con la proliferación de misiles no se gana nada. También puede ofrecer una oportunidad para que los europeos demuestren una vez más a Estados Unidos su voluntad de invertir en capacidades de autodefensa, y de desempeñar un papel activo en el proceso que, hasta ahora, ha sido conducido mayoritariamente por Estados Unidos y Rusia, por sobre su cabeza.

Pero existe otra razón para desarrollar una defensa misilística: crear una nueva dinámica en la seguridad europea y euro-atlántica. Se habla mucho estos días sobre la arquitectura de la seguridad euro-atlántica. Rusia, en particular, se ha concentrado en tratados, conferencias y acuerdos políticos.

Claramente, estas cosas pueden ser útiles e importantes. Es necesario que hablemos de ellas. Deberíamos buscar estrategias políticas comunes, sobre las cuales, en muchos casos, ya hemos acordado y que fácilmente podríamos volver a apoyar. Pero, a mi entender, una arquitectura de seguridad conjunta debe ir más allá de los proyectos. Hay que poner manos a la obra. Y la defensa misilísitca es una manera concreta de hacerlo.

En este sentido, las noticias de que Estados Unidos y Rusia hayan llegado a un acuerdo respecto de un nuevo tratado START que reducirá sustancialmente los arsenales nucleares de ambos países ofrecen un buen telón de fondo. Este nuevo acuerdo hace que el mundo sea más seguro, y le dará ímpetu a la cooperación con Rusia en otros terrenos, particularmente las relaciones OTAN-Rusia.

Desde que asumí el cargo el verano (boreal) pasado, invertí considerable tiempo y esfuerzo en revitalizar la relación OTAN-Rusia, y se hicieron progresos en varias áreas, entre ellas una revisión conjunta de las amenazas y los desafíos comunes. Pero es hora de analizar la defensa misilística como otra oportunidad para aunar esfuerzos.

Necesitamos un sistema de defensa misilística que incluya no sólo a todos los países de la OTAN, sino también a Rusia. Cuanto más se considere la defensa misilística como un techo de seguridad compartido -construido, respaldado y operado en conjunto- que nos proteja a todos, más consciente será la gente desde Vancouver hasta Vladivostok de que forma parte de una comunidad. Ese techo de seguridad sería un símbolo político contundente de que Rusia es un miembro pleno de la familia euro-atlántica, compartiendo los costos y los beneficios.

Por supuesto, existen desafíos prácticos. Tendríamos que hacer que nuestros sistemas fueran interoperables, compartir evaluaciones de inteligencia y asociar tecnologías sensibles. Pero este tipo de cooperación es una manera concreta de construir confianza mutua.

Por estos motivos, llegó la hora de avanzar en el terreno de la defensa misilística. Necesitamos que en la próxima cumbre de la OTAN en noviembre se tome la decisión de que la defensa misilística es una misión de la Alianza, y que exploraremos todas las oportunidades posibles de cooperar con Rusia.

Pero Rusia también debe decidirse a ver la defensa misilística como una oportunidad, más que como una amenaza. Si esto sucede, podemos avanzar para crear un sistema de defensa misilística que no sólo defienda a la comunidad euro-atlántica, sino que también la una.

El fin de la Guerra Fría nos ha dado una oportunidad enorme de alcanzar nuestro objetivo de una Europa unida, libre y en paz. Todavía no hemos alcanzado esa meta, pero estamos acercándonos a ella. La defensa misilística puede ser parte de esa tendencia positiva.

https://prosyn.org/lSzDHk4es