En todo el mundo, las inversiones anuales en investigación científica para curar patologías mentales devastadoras como el trastorno bipolar, la esquizofrenia y la depresión clínica son gigantescas -comparables con el gasto destinado a encontrar una cura para cualquier otra enfermedad-. Pero si bien los trastornos mentales son efectivamente enfermedades médicas, con sus propias moléculas culpables y anatomías aberrantes, también son significativamente diferentes de las enfermedades "físicas". Ya que no importa cuán absolutamente "médicas" sean las enfermedades mentales, también son absolutamente sociales. Las razones para esto surgen de la naturaleza de los propios trastornos mentales.
En todo el mundo, las inversiones anuales en investigación científica para curar patologías mentales devastadoras como el trastorno bipolar, la esquizofrenia y la depresión clínica son gigantescas -comparables con el gasto destinado a encontrar una cura para cualquier otra enfermedad-. Pero si bien los trastornos mentales son efectivamente enfermedades médicas, con sus propias moléculas culpables y anatomías aberrantes, también son significativamente diferentes de las enfermedades "físicas". Ya que no importa cuán absolutamente "médicas" sean las enfermedades mentales, también son absolutamente sociales. Las razones para esto surgen de la naturaleza de los propios trastornos mentales.