MADRID – Mientras el mundo aguarda con ansiedad el clímax del drama de la eurozona, el comportamiento de sus líderes parece el equivalente político de lo que los físicos llaman “movimiento browniano”, con funcionarios que van de aquí para allá entre una consulta bilateral crucial o una cumbre europea vital y la siguiente. Un día se hacen declaraciones tajantes, que supuestamente resolverán los problemas de la unión monetaria, y al día siguiente ya casi no tienen ningún efecto.
MADRID – Mientras el mundo aguarda con ansiedad el clímax del drama de la eurozona, el comportamiento de sus líderes parece el equivalente político de lo que los físicos llaman “movimiento browniano”, con funcionarios que van de aquí para allá entre una consulta bilateral crucial o una cumbre europea vital y la siguiente. Un día se hacen declaraciones tajantes, que supuestamente resolverán los problemas de la unión monetaria, y al día siguiente ya casi no tienen ningún efecto.