SEÚL – El orgullo desmedido suele engendrar desastres. La causa fundamental de la actual crisis mundial fue el orgullo intelectual en forma de creencia ciega en que los mercados resolverían siempre sus propios problemas y contradicciones. Treinta años después de la revolución de Reagan y Thatcher, el péndulo ideológico ha empezado a inclinarse en la dirección opuesta.
SEÚL – El orgullo desmedido suele engendrar desastres. La causa fundamental de la actual crisis mundial fue el orgullo intelectual en forma de creencia ciega en que los mercados resolverían siempre sus propios problemas y contradicciones. Treinta años después de la revolución de Reagan y Thatcher, el péndulo ideológico ha empezado a inclinarse en la dirección opuesta.