A medida que avanza la globalización con la ayuda de comunicaciones y viajes cada vez más rápidos y corporaciones multinacionales más poderosas, parece estar surgiendo una nueva clase social cosmopolita . Estos ciudadanos del mundo están desarrollando lealtades recíprocas que van más allá de los límites nacionales.
La otra noche estaba cenando con los Yale World Fellows, un selecto grupo de profesionales que representan a cada uno de los principales países del mundo y que pasan un semestre aquí. Fue una experiencia inusual, porque comencé a sentir que ninguna de estas personas me resultaba extranjera. Me parecía que era más fácil hablar con ellos que con los estadounidenses locales que nos atendían y nos servían la cena.
Por supuesto, una clase cosmopolita no tiene nada de nuevo. De hecho, hace 50 años, en su libro clásico Teoría y estructura social, el sociólogo Robert K. Merton, ya en su periodo de madurez académica, describió los resultados de un estudio de caso sobre personas influyentes en un pueblo estadounidense típico, Rovere, en Nueva Jersey. Como sociólogo, escogió esta pequeña localidad para estudiar cómo se relacionan e influyen las personas entre si, del mismo modo como los biólogos estudian minúsculos gusanos compuestos por apenas unos cuantos cientos de células, con el fin de estudiar cómo se relaciona cada célula con un organismo como un todo.
Merton descubrió un sólido patrón. Las personas influyentes de Rovere parecían estar divididas marcadamente entre "influyentes cosmopolitas", que habitualmente se relacionaban con el mundo como un todo, e "influyentes locales", que se orientaban hacia su propia comunidad. A medida que él y sus asistentes entrevistaban personas, la división entre los dos grupos se le fue haciendo más interesante y significativa.
Merton no dijo que los influyentes cosmopolitas lo fueran en otros sitios aparte de Rovere; aparentemente ninguno de ellos lo era. Lo que destacaba en ellos era su marco de referencia habitual, vinculado con sus identidades personales. Cuando Merton entablaba conversaciones con la gente, a los influyentes cosmopolitas cualquier tema les recordaba el mundo como un todo, mientras que los influyentes locales tendían a hacer asociaciones con su propio pueblo.
Merton señaló que los influyentes cosmopolitas tendían a hacer depender el éxito en función de sus conocimientos generales, mientras que los locales dependían de sus amistades y conexiones. A menudo a los primeros no les interesaba conocer a las nuevas personas que llegaban al pueblo, mientras que los locales querían conocerlas a todas. Los cosmopolitas tendían a desempeñar cargos en el gobierno local que reflejaban sus conocimientos más amplios: juntas de salud, comités de vivienda, o juntas de educación. Los influyentes locales tendían a trabajar en puestos que obtenían gracias a su popularidad local: comisionado vial, alcalde o miembro del concejo municipal.
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El influyente cosmopolita en el pueblo es como el especialista médico, mientras que el influyente local es como el doctor de la familia. Merton concluyó: "Parece que el influyente cosmopolita tiene seguidores porque sabe , mientras que el influyente local los tiene porque comprende ".
Descubrió que los influyentes locales hablaban con afecto de su pueblo, como si fuera un lugar único y especial, y a menudo decían que nunca lo abandonarían. Los cosmopolitas hablaban como si fueran a marcharse en cualquier momento.
Lo que era verdad en días de Merton está volviéndose incluso más evidentemente cierto en la economía globalizada de hoy en día. Lo que me parece particularmente notable es el sentido de lealtad que se desarrolla entre los cosmopolitas.
Después de la Cena de World Fellows, el representante de Namibia me habló en un inglés impecable y relajado sobre las hermosas casas de descanso que podría encontrar (e incluso comprar) allá. Sentí casi como si pudiera entrar en una relación con él que fuera contra los intereses de los habitantes locales de Namibia. Me podía imaginar haciéndolo, y él y yo habríamos sido aliados naturales, en caso de que yo lo permitiera.
Me quedé pensando por qué esto ocurre hoy en tamaña escala. Obviamente, la mejora en las comunicaciones juega un papel. Sin embargo, ¿en qué medida explica eso la impresión de que la división entre cosmopolitas y locales es tanto mayor hoy?
Uno debe darse cuenta de que las personas escogen si jugar el papel de cosmopolitas o locales, y cuánto invertir en eso. Las personas toman decisiones conscientes en uno u otro sentido, dependiendo de sus propios talentos personales y de los beneficios que perciben que obtendrán con su opción.
En el siglo veintiuno, la nueva era de la información crea oportunidades no sólo para ser cosmopolitas en espíritu y orientación, sino para forjar sólidos vínculos con otros cosmopolitas. Los cosmopolitas tienen experiencias en común: se comunican directamente entre si a través del planeta. Muchos de ellos ahora comparten en todo el mundo el idioma inglés, la nueva lengua franca.
El término "aldea global" fue popularizado por primera vez a fines de los años 60 por el especialista canadiense de las comunicaciones Marshall McLuhan en respuesta a los ya poderosos medios de comunicación de esos días. Sin embargo, McLuhan no podía prever la clase cosmopolita, porque no podía anticiparse al inmenso desarrollo de los medios de comunicaciones interpersonales directas que permiten que los cosmopolitas del mundo establezcan amistades.
Los cosmopolitas tienden a ser cada vez más ricos, y su riqueza ayuda a marcarlos como tales. Así, la desigualdad económica se percibe de manera diferente en el mundo actual. Quizás se acepta con resignación, ya que la clase cosmopolita es demasiado amorfa y está demasiado mal definida como para ser el objetivo de algún movimiento social. No hay voceros para esta clase, ni organización a la que se pueda culpar por lo que está ocurriendo.
Siento temor por el futuro. ¿Cómo se comportará la clase cosmopolita a medida que siga fortaleciéndose su papel en la economía mundial? ¿Qué grado de incomodidad llegarán a sentir acerca de la gente que vive cerca de ellos? Lo que es más importante, si surge resentimiento en los locales, ¿qué consecuencias políticas habrá?
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Anders Åslund
considers what the US presidential election will mean for Ukraine, says that only a humiliating loss in the war could threaten Vladimir Putin’s position, urges the EU to take additional steps to ensure a rapid and successful Ukrainian accession, and more.
A medida que avanza la globalización con la ayuda de comunicaciones y viajes cada vez más rápidos y corporaciones multinacionales más poderosas, parece estar surgiendo una nueva clase social cosmopolita . Estos ciudadanos del mundo están desarrollando lealtades recíprocas que van más allá de los límites nacionales.
La otra noche estaba cenando con los Yale World Fellows, un selecto grupo de profesionales que representan a cada uno de los principales países del mundo y que pasan un semestre aquí. Fue una experiencia inusual, porque comencé a sentir que ninguna de estas personas me resultaba extranjera. Me parecía que era más fácil hablar con ellos que con los estadounidenses locales que nos atendían y nos servían la cena.
Por supuesto, una clase cosmopolita no tiene nada de nuevo. De hecho, hace 50 años, en su libro clásico Teoría y estructura social, el sociólogo Robert K. Merton, ya en su periodo de madurez académica, describió los resultados de un estudio de caso sobre personas influyentes en un pueblo estadounidense típico, Rovere, en Nueva Jersey. Como sociólogo, escogió esta pequeña localidad para estudiar cómo se relacionan e influyen las personas entre si, del mismo modo como los biólogos estudian minúsculos gusanos compuestos por apenas unos cuantos cientos de células, con el fin de estudiar cómo se relaciona cada célula con un organismo como un todo.
Merton descubrió un sólido patrón. Las personas influyentes de Rovere parecían estar divididas marcadamente entre "influyentes cosmopolitas", que habitualmente se relacionaban con el mundo como un todo, e "influyentes locales", que se orientaban hacia su propia comunidad. A medida que él y sus asistentes entrevistaban personas, la división entre los dos grupos se le fue haciendo más interesante y significativa.
Merton no dijo que los influyentes cosmopolitas lo fueran en otros sitios aparte de Rovere; aparentemente ninguno de ellos lo era. Lo que destacaba en ellos era su marco de referencia habitual, vinculado con sus identidades personales. Cuando Merton entablaba conversaciones con la gente, a los influyentes cosmopolitas cualquier tema les recordaba el mundo como un todo, mientras que los influyentes locales tendían a hacer asociaciones con su propio pueblo.
Merton señaló que los influyentes cosmopolitas tendían a hacer depender el éxito en función de sus conocimientos generales, mientras que los locales dependían de sus amistades y conexiones. A menudo a los primeros no les interesaba conocer a las nuevas personas que llegaban al pueblo, mientras que los locales querían conocerlas a todas. Los cosmopolitas tendían a desempeñar cargos en el gobierno local que reflejaban sus conocimientos más amplios: juntas de salud, comités de vivienda, o juntas de educación. Los influyentes locales tendían a trabajar en puestos que obtenían gracias a su popularidad local: comisionado vial, alcalde o miembro del concejo municipal.
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Descubrió que los influyentes locales hablaban con afecto de su pueblo, como si fuera un lugar único y especial, y a menudo decían que nunca lo abandonarían. Los cosmopolitas hablaban como si fueran a marcharse en cualquier momento.
Lo que era verdad en días de Merton está volviéndose incluso más evidentemente cierto en la economía globalizada de hoy en día. Lo que me parece particularmente notable es el sentido de lealtad que se desarrolla entre los cosmopolitas.
Después de la Cena de World Fellows, el representante de Namibia me habló en un inglés impecable y relajado sobre las hermosas casas de descanso que podría encontrar (e incluso comprar) allá. Sentí casi como si pudiera entrar en una relación con él que fuera contra los intereses de los habitantes locales de Namibia. Me podía imaginar haciéndolo, y él y yo habríamos sido aliados naturales, en caso de que yo lo permitiera.
Me quedé pensando por qué esto ocurre hoy en tamaña escala. Obviamente, la mejora en las comunicaciones juega un papel. Sin embargo, ¿en qué medida explica eso la impresión de que la división entre cosmopolitas y locales es tanto mayor hoy?
Uno debe darse cuenta de que las personas escogen si jugar el papel de cosmopolitas o locales, y cuánto invertir en eso. Las personas toman decisiones conscientes en uno u otro sentido, dependiendo de sus propios talentos personales y de los beneficios que perciben que obtendrán con su opción.
En el siglo veintiuno, la nueva era de la información crea oportunidades no sólo para ser cosmopolitas en espíritu y orientación, sino para forjar sólidos vínculos con otros cosmopolitas. Los cosmopolitas tienen experiencias en común: se comunican directamente entre si a través del planeta. Muchos de ellos ahora comparten en todo el mundo el idioma inglés, la nueva lengua franca.
El término "aldea global" fue popularizado por primera vez a fines de los años 60 por el especialista canadiense de las comunicaciones Marshall McLuhan en respuesta a los ya poderosos medios de comunicación de esos días. Sin embargo, McLuhan no podía prever la clase cosmopolita, porque no podía anticiparse al inmenso desarrollo de los medios de comunicaciones interpersonales directas que permiten que los cosmopolitas del mundo establezcan amistades.
Los cosmopolitas tienden a ser cada vez más ricos, y su riqueza ayuda a marcarlos como tales. Así, la desigualdad económica se percibe de manera diferente en el mundo actual. Quizás se acepta con resignación, ya que la clase cosmopolita es demasiado amorfa y está demasiado mal definida como para ser el objetivo de algún movimiento social. No hay voceros para esta clase, ni organización a la que se pueda culpar por lo que está ocurriendo.
Siento temor por el futuro. ¿Cómo se comportará la clase cosmopolita a medida que siga fortaleciéndose su papel en la economía mundial? ¿Qué grado de incomodidad llegarán a sentir acerca de la gente que vive cerca de ellos? Lo que es más importante, si surge resentimiento en los locales, ¿qué consecuencias políticas habrá?