WASHINGTON, D.C. – Gran parte del revuelo que ha rodeado a la reunión de los Ministros de Hacienda y banqueros centrales celebrada el mes pasado por el G-20 en Moscú se centró en las llamadas “guerras de divisas”, reñidas, como acusan algunos funcionarios de países en desarrollo, por países avanzados al aplicar políticas monetarias heterodoxas, pero se desatendió en gran medida otra cuestión decisiva –la de la financiación de la inversión a largo plazo–, pese a que, para poner fin a la política monetaria heterodoxa, será necesaria la revitalización o la creación de nuevos activos y obligaciones a largo plazo en la economía mundial.
WASHINGTON, D.C. – Gran parte del revuelo que ha rodeado a la reunión de los Ministros de Hacienda y banqueros centrales celebrada el mes pasado por el G-20 en Moscú se centró en las llamadas “guerras de divisas”, reñidas, como acusan algunos funcionarios de países en desarrollo, por países avanzados al aplicar políticas monetarias heterodoxas, pero se desatendió en gran medida otra cuestión decisiva –la de la financiación de la inversión a largo plazo–, pese a que, para poner fin a la política monetaria heterodoxa, será necesaria la revitalización o la creación de nuevos activos y obligaciones a largo plazo en la economía mundial.