PARÍS – Los economistas de todo el mundo necesitan formas mejores de cifrar la actividad económica. Al depender de las tasas de crecimiento del PIB para evaluar la salud económica, a casi todos ellos se les escaparon las señales que avisaban de la crisis financiera de 2008, incluida una burbuja inmobiliaria de ocho billones de dólares en los Estados Unidos, además de burbujas inmobiliarias en España, Irlanda y el Reino Unido. Junto con las familias, las entidades financieras, los inversores y los gobiernos, los economistas se dejaron arrastrar por la euforia financiera que propició una exposición excesiva al riesgo y un grave apalancamiento excesivo de los bancos y las familias. Incluso los desequilibrios macroeconómicos de la zona del euro pasaron inadvertidos.
PARÍS – Los economistas de todo el mundo necesitan formas mejores de cifrar la actividad económica. Al depender de las tasas de crecimiento del PIB para evaluar la salud económica, a casi todos ellos se les escaparon las señales que avisaban de la crisis financiera de 2008, incluida una burbuja inmobiliaria de ocho billones de dólares en los Estados Unidos, además de burbujas inmobiliarias en España, Irlanda y el Reino Unido. Junto con las familias, las entidades financieras, los inversores y los gobiernos, los economistas se dejaron arrastrar por la euforia financiera que propició una exposición excesiva al riesgo y un grave apalancamiento excesivo de los bancos y las familias. Incluso los desequilibrios macroeconómicos de la zona del euro pasaron inadvertidos.