La cumbre del G-8 la semana próxima probablemente sea el último encuentro de este tipo para los presidentes George W. Bush y Vladimir Putin. Hace siete años, en su primer encuentro en Ljubljana, Eslovenia, Bush miró a Putin a los ojos y de alguna manera descubrió el alma de un caballero cristiano, no la de un policía secreto. La semana próxima, no deberían sorprenderse si ven en el otro un espejo, porque ambos han ejemplificado la arrogancia del poder.
La cumbre del G-8 la semana próxima probablemente sea el último encuentro de este tipo para los presidentes George W. Bush y Vladimir Putin. Hace siete años, en su primer encuentro en Ljubljana, Eslovenia, Bush miró a Putin a los ojos y de alguna manera descubrió el alma de un caballero cristiano, no la de un policía secreto. La semana próxima, no deberían sorprenderse si ven en el otro un espejo, porque ambos han ejemplificado la arrogancia del poder.