El euro es una construcción única e inusual cuya viabilidad hoy es sometida a prueba. Otmar Issing, uno de los padres de la moneda común, dejó perfectamente en claro el principio sobre el cual se fundaba: el euro estaba destinado a ser una unión monetaria, pero no política. Los estados participantes establecieron un banco central común, pero explícitamente se negaron a renunciar al derecho de gravar a sus propios ciudadanos y cederlo a una autoridad común. Este principio fue venerado en el Artículo 125 del Tratado de Maastricht, que desde entonces ha sido rigurosamente interpretado por la corte constitucional alemana.
El euro es una construcción única e inusual cuya viabilidad hoy es sometida a prueba. Otmar Issing, uno de los padres de la moneda común, dejó perfectamente en claro el principio sobre el cual se fundaba: el euro estaba destinado a ser una unión monetaria, pero no política. Los estados participantes establecieron un banco central común, pero explícitamente se negaron a renunciar al derecho de gravar a sus propios ciudadanos y cederlo a una autoridad común. Este principio fue venerado en el Artículo 125 del Tratado de Maastricht, que desde entonces ha sido rigurosamente interpretado por la corte constitucional alemana.