OXFORD – Justo cuando parecía que el “estado de la Seguridad Interior” no podía llegar a ser más surreal, la Administración de la Seguridad en el Transporte (AST) de los Estados Unidos ha creado una situación entre Escila y Caribdis en los aeropuertos más importantes: o aceptas peligrosas dosis de radiación y la creación de imágenes con gran resolución de tu cuerpo desnudo o, preocupado por los riesgos para la salud de la acumulación de radiación, optas por no pasar por las nuevas máquinas de rayos X para todo el cuerpo (rápidamente apodadas “pornoescáneres”).
OXFORD – Justo cuando parecía que el “estado de la Seguridad Interior” no podía llegar a ser más surreal, la Administración de la Seguridad en el Transporte (AST) de los Estados Unidos ha creado una situación entre Escila y Caribdis en los aeropuertos más importantes: o aceptas peligrosas dosis de radiación y la creación de imágenes con gran resolución de tu cuerpo desnudo o, preocupado por los riesgos para la salud de la acumulación de radiación, optas por no pasar por las nuevas máquinas de rayos X para todo el cuerpo (rápidamente apodadas “pornoescáneres”).