La economía global parece estar caminando sobre agua, haciendo poco caso a los altísimos precios del petróleo, la parálisis de las políticas en Europa, el insostenible endeudamiento de los Estados Unidos y los precios de las viviendas, que han llegado a un máximo histórico. ¿Es esto así porque, como los líderes del G-8 quisieran hacernos creer, los inversionistas se encuentran en un excelente estado de ánimo, confiados en la conducción de la economía global por parte de sus gobernantes? ¿O estamos siendo gobernados por una patología del miedo, alimentada por sucesos tales como los recientes atentados en Londres, que está manteniendo bajas las tasas de interés de largo plazo y ocultando así una multitud de problemas en ciernes?
La economía global parece estar caminando sobre agua, haciendo poco caso a los altísimos precios del petróleo, la parálisis de las políticas en Europa, el insostenible endeudamiento de los Estados Unidos y los precios de las viviendas, que han llegado a un máximo histórico. ¿Es esto así porque, como los líderes del G-8 quisieran hacernos creer, los inversionistas se encuentran en un excelente estado de ánimo, confiados en la conducción de la economía global por parte de sus gobernantes? ¿O estamos siendo gobernados por una patología del miedo, alimentada por sucesos tales como los recientes atentados en Londres, que está manteniendo bajas las tasas de interés de largo plazo y ocultando así una multitud de problemas en ciernes?