Las segundas lunas de miel rara vez, si es que logran hacerlo, recuperan la pasión del amor ya ido. Y, sin embargo, desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, Rusia y China han buscado revigorizar las estrechas relaciones que supuestamente existieron entre la URSS y la China de Mao antes de la denuncia de Stalin por parte de Kruschev en 1956. Pero ese renovado matrimonio sino-ruso siempre pareció más motivado por la conveniencia -orientado a servir de contrapeso a la hegemonía estadounidense- que por un amor verdadero. Ahora la invasión de Rusia a Georgia ha significado un golpe hasta para la ilusión de una atracción.
Las segundas lunas de miel rara vez, si es que logran hacerlo, recuperan la pasión del amor ya ido. Y, sin embargo, desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, Rusia y China han buscado revigorizar las estrechas relaciones que supuestamente existieron entre la URSS y la China de Mao antes de la denuncia de Stalin por parte de Kruschev en 1956. Pero ese renovado matrimonio sino-ruso siempre pareció más motivado por la conveniencia -orientado a servir de contrapeso a la hegemonía estadounidense- que por un amor verdadero. Ahora la invasión de Rusia a Georgia ha significado un golpe hasta para la ilusión de una atracción.