Varios líderes de la alta tecnología, incluyendo a Bill Gates, ponen en duda el valor de la tecnología de la información (TI) para los países en desarrollo, sobre todo cuando se le compara con prioridades como la alimentación, medicinas y escuelas. En cierto sentido tienen razón. El software antivirus no es un sustituto para las vacunas. Pero el Sr. Gates, quien también es un distinguido filántropo de las vacunas, y otros que tienen las mismas dudas están siendo injustos con su industria al pasar por alto las muchas cosas que la TI sí puede hacer por los pobres del mundo.
Para empezar, la TI puede hacer que los mercados funcionen. Gran parte de la economía tiene que ver con la forma en que los mercados usan las cosas que tenemos (mano de obra, materias primas) para hacer las cosas que queremos. ¿Cómo le hacen millones de consumidores independientes y dispersos para decirle a millones de productores independientes y dispersos qué es lo que quieren exactamente, de forma que colectivamente no produzcan demasiados relojes y muy poco pan? La clave es la información del mercado, sobre todo los precios.
En las economías que funcionan bien, cuando no hay suficientes huevos para satisfacer la demanda, su precio aumenta. Los campesinos, al ver una oportunidad de ganancias, crían más gallinas para producir más huevos. La gente quiere más huevos y, como arte de magia, aparecen más huevos. Así, los campesinos tienen un mayor ingreso y los consumidores pagan menos por los huevos. Ya sea en Wall Street o en Africa occidental, la información hace que los mercados funcionen.
Desgraciadamente, las cosas no funcionan tan bien en los países pobres. Frecuentemente carecen de las tecnologías de comunicación más básicas, así que las señales no circulan y los mercados no se desempeñan bien. Aquí es donde la TI puede ayudar.
En las naciones en desarrollo, la mayoría de los adultos son campesinos u obreros. El interés principal del campesino es el precio al que puede vender los huevos. Los precios difieren entre los distintos poblados y el campesino sólo conoce el precio local. Así que, incluso si, por ejemplo, el precio urbano es más elevado, él no sabe de enviar sus huevos a la ciudad. Tampoco se da cuenta de que es lucrativo criar más gallinas. Pierde oportunidades de tener un mayor ingreso y los consumidores urbanos se enfrentan a precios excesivos.
Las tecnologías sencillas pueden ayudar. En una visita reciente a Bangladesh, vimos a campesinos que utilizaban teléfonos celulares para llamar a varios poblados y ciudades antes de decidir a dónde vender sus productos. Estaban gastando 20 centavos de dólar en las llamadas porque, según cálculos de un campesino, tendrían un 50% más de ganancia al vender los huevos. Al buscar el precio más alto, los campesinos mandan sus huevos a dónde se les da más valor, con lo que bajan el precio para los consumidores. Esto es el mercado en su mejor expresión, con un poco de tecnología lubricando el engranaje.
¿Cómo ayuda la TI a los obreros? En las aldeas rurales, las relaciones permanentes de empleo son raras. La mayoría de las necesidades de los patrones varían mucho de un día al siguiente, frecuentemente de manera impredecible. Así, en una mañana típica, los trabajadores se reúnen en el centro del pueblo y los patrones vienen a contratarlos. Con frecuencia se pierden horas buscando oportunidades de empleo o, lo que es peor, los trabajadores de un pueblo pueden estar sin hacer nada mientras los patrones de las comunidades cercanas no consiguen trabajadores suficientes. Una vez más, en Bangladesh tenemos el ejemplo de cómo puede ayudar la tecnología. Después de observar a unos trabajadores de Grameen que instalaban un teléfono rural, uno de nosotros se encaramó a un árbol para colgar una antena. Por supuesto, un extranjero a punto de desplomarse atrajo a varios curiosos.
Cuando preguntamos por qué había tantos hombres desocupados, nos dijeron que no había trabajo en el pueblo ese día. Al terminar la instalación, llamamos a funcionarios de Grameen en las comunidades cercanas. En unos minutos, tres de los curiosos tenían trabajo. Esos hombres ganaron un salario ese día, y los campesinos que los emplearon produjeron más. Tecnologías más sofisticadas como las redes de computadoras podrían mejorar este proceso y reducir los tiempos de búsqueda; un simple click podría revelar oportunidades de trabajo o precios en todas las comunidades relevantes.
En ambos ejemplos, la TI generó beneficios económicos reales: los campesinos y los obreros ganaron más. Con ese dinero pueden obtener más de los satisfactores que necesitan, como alimentos, medicinas o colegiaturas para sus hijos.
A escala mayor, los efectos serían profundos. En lugar de ayudar a sólo 3 obreros o campesinos, un pequeño centro de comunicaciones en cada pueblo del mundo en desarrollo podría diariamente llevar dinero extra a los bolsillos de los 3 mil millones de personas que sobreviven con menos de dos dólares al día. La única manera sostenible para acabar con las privaciones es mejorar las posibilidades de ingreso. La TI puede hacer eso exactamente, convirtiendo a la mano invisible del mercado en una mano amiga para los pobres del mundo.
Por supuesto, los pobres necesitan más que mercados. Debemos seguir invirtiendo en salud y educación, sobre todo de manera creativa como lo hace la fundación del Sr. Gates. Pero no se trata de propuestas excluyentes, ya que la TI también puede ser útil en estas áreas.
Por ejemplo, muchos problemas de salud pública se pueden prevenir o tratar a través de la divulgación de información, que con frecuencia tiene un costo menor que el tratamiento posterior del problema. La TI es la mejor forma de difundir esa información, rápido y a bajo costo. Más aún, poner a las clínicas en línea podría aumentar su productividad y permitir diagnósticos y consulta de información a distancia en lugares donde los médicos y los tratados de medicina son escasos.
También hay aplicaciones valiosas para la educación, incluyendo el acceso a distancia a bibliotecas, libros de texto y manuales desde zonas que no los tienen, y para la administración, la movilización social y comunitaria y el comercio. La TI es un regalo que multiplica sus beneficios. Una vez instalada, podemos transmitir información para distintos usos a un costo adicional muy reducido.
Los avances recientes han disminuido dramáticamente los costos de la tecnología y el acceso. El factor limitante es que no estamos pensando en el valor real de la TI, la ”I”, por lo que no está entre los primeros puntos de la agenda del desarrollo. Debería de estar. Nunca antes había existido una herramienta con el potencial para dar tanto a los pobres, y de tantas maneras.
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