NUEVA YORK – Uno de los hombres más importantes del que probablemente nunca oyeron hablar murió el viernes pasado. Inmersos como estamos en un alboroto de acontecimientos que nadie recordará mañana, tendemos a prestarles menos atención a las personas que se ocupan de las cuestiones de la eternidad -los filósofos, los moralistas, los sabios que intentan desviar nuestra mente hacia cosas superiores-. Sin embargo, a la larga, son estos últimos los que más importan, y su importancia persiste cuando otras preocupaciones resultan ser transitorias. Estos hombres y mujeres cambian el mundo que los rodea, incluso si los demás no lo ven hasta mucho tiempo después.
NUEVA YORK – Uno de los hombres más importantes del que probablemente nunca oyeron hablar murió el viernes pasado. Inmersos como estamos en un alboroto de acontecimientos que nadie recordará mañana, tendemos a prestarles menos atención a las personas que se ocupan de las cuestiones de la eternidad -los filósofos, los moralistas, los sabios que intentan desviar nuestra mente hacia cosas superiores-. Sin embargo, a la larga, son estos últimos los que más importan, y su importancia persiste cuando otras preocupaciones resultan ser transitorias. Estos hombres y mujeres cambian el mundo que los rodea, incluso si los demás no lo ven hasta mucho tiempo después.