TOKIO – La última década del siglo XX fue una bola de cristal para cualquiera que se asomara al futuro de la región Asia-Pacífico. La economía de Japón, que alguna vez fue el líder de la región, estaba “perdida” después de la explosión de su burbuja de activos, mientras que China superó el estancamiento económico que siguió a la crisis de la Plaza Tiananmen de 1989 para emprender su camino actual de crecimiento acelerado. El acalorado debate de hace diez años sobre el rápido crecimiento de China –si representaba una amenaza o una oportunidad—ahora se ha calmado y se ha convertido en la convicción generalizada de que un desarrollo regional más amplio sería imposible sin él.
TOKIO – La última década del siglo XX fue una bola de cristal para cualquiera que se asomara al futuro de la región Asia-Pacífico. La economía de Japón, que alguna vez fue el líder de la región, estaba “perdida” después de la explosión de su burbuja de activos, mientras que China superó el estancamiento económico que siguió a la crisis de la Plaza Tiananmen de 1989 para emprender su camino actual de crecimiento acelerado. El acalorado debate de hace diez años sobre el rápido crecimiento de China –si representaba una amenaza o una oportunidad—ahora se ha calmado y se ha convertido en la convicción generalizada de que un desarrollo regional más amplio sería imposible sin él.