Es hora de que los políticos de Europa admitan ante los votantes que los gobiernos no pueden impedir que la gente cruce las fronteras. A pesar de los esfuerzos por construir una Fortaleza Europa, más de un millón de extranjeros evaden sus defensas cada año; algunos entran de manera encubierta, pero la mayoría simplemente se queda más tiempo del permitido por sus visas y trabaja ilícitamente. Aunque Europa se convirtiera en un Estado policial, los inmigrantes llegarían a destino: los documentos se pueden falsificar o robar, las visas se pueden dejar vencer, la gente se puede contrabandear, los funcionarios se pueden sobornar. Si bien las políticas draconianas pueden frenar de alguna manera la migración, básicamente la propician clandestinamente.
Es hora de que los políticos de Europa admitan ante los votantes que los gobiernos no pueden impedir que la gente cruce las fronteras. A pesar de los esfuerzos por construir una Fortaleza Europa, más de un millón de extranjeros evaden sus defensas cada año; algunos entran de manera encubierta, pero la mayoría simplemente se queda más tiempo del permitido por sus visas y trabaja ilícitamente. Aunque Europa se convirtiera en un Estado policial, los inmigrantes llegarían a destino: los documentos se pueden falsificar o robar, las visas se pueden dejar vencer, la gente se puede contrabandear, los funcionarios se pueden sobornar. Si bien las políticas draconianas pueden frenar de alguna manera la migración, básicamente la propician clandestinamente.