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La antifragilidad de la vida económica

PARÍS – La biología y la economía se enfrentan con desafíos similares: ambas buscan explicar la supervivencia y la innovación en un mundo impredecible. Un ejemplo de esta convergencia lo da Nassim Taleb, quien se hizo famoso por su premonitorio descubrimiento de que hay eventos improbables correlacionados con las catástrofes económicas, a los que llamó “cisnes negros”. Hace poco, Taleb propuso otra idea, la “antifragilidad”, como un modo de conceptualizar la forma en que evolucionan los mercados y los resultados en respuesta a esos eventos. De hecho, hay estructuras y procesos antifrágiles por todas partes: el fenómeno mismo de la vida está lleno de ellos.

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