No es de sorprender que el nuevo y joven líder de un país árabe esté muy preocupado, durante sus primeros años en el poder, por establecer su legitimidad y su estatura. Al reemplazar a su padre, el presidente Hafez al-Assad, Bashar al-Assad, el actual presidente, necesitaba con urgencia demostrar que tenía bajo control la situación de su país, incluso más que otros líderes árabes relativamente nuevos, como el rey Abdullah de Jordania o el rey Muhammad de Marruecos. La selección de Bashar al-Assad como sustituto de su padre, a escasos minutos de la muerte de Assad el 10 de junio del 2000, había dejado atónito al sistema sirio en su conjunto, a pesar de que durante años se había estado preparando a la opinión pública para esta sucesión.
No es de sorprender que el nuevo y joven líder de un país árabe esté muy preocupado, durante sus primeros años en el poder, por establecer su legitimidad y su estatura. Al reemplazar a su padre, el presidente Hafez al-Assad, Bashar al-Assad, el actual presidente, necesitaba con urgencia demostrar que tenía bajo control la situación de su país, incluso más que otros líderes árabes relativamente nuevos, como el rey Abdullah de Jordania o el rey Muhammad de Marruecos. La selección de Bashar al-Assad como sustituto de su padre, a escasos minutos de la muerte de Assad el 10 de junio del 2000, había dejado atónito al sistema sirio en su conjunto, a pesar de que durante años se había estado preparando a la opinión pública para esta sucesión.