El legado de los dictadores muertos de los regímenes totalitarios vencidos ya no debe ser ambivalente. Sólo los lunáticos marginales de Alemania se atreven a conmemorar a Hitler. Ni siquiera los restos patéticos del Khmer Rouge celebran el recuerdo de Pol Pot. Sin embargo, a medida que se aproxima el 60° aniversario de la victoria de Rusia sobre la Alemania nazi, recordar el papel de Stalin en ese triunfo está resultando demasiado incómodo.
El legado de los dictadores muertos de los regímenes totalitarios vencidos ya no debe ser ambivalente. Sólo los lunáticos marginales de Alemania se atreven a conmemorar a Hitler. Ni siquiera los restos patéticos del Khmer Rouge celebran el recuerdo de Pol Pot. Sin embargo, a medida que se aproxima el 60° aniversario de la victoria de Rusia sobre la Alemania nazi, recordar el papel de Stalin en ese triunfo está resultando demasiado incómodo.