LINKÖPING, SUECIA – Todavía recuerdo una conversación que tuve hace más de 25 años cuando era un joven médico y recién comenzaba mi trabajo con pacientes con dificultades con las drogas y el alcohol. «¿Sabe qué, doc?», me dijo un paciente. «Emborracharse o consumir heroína se siente como el abrazo de mamá».
LINKÖPING, SUECIA – Todavía recuerdo una conversación que tuve hace más de 25 años cuando era un joven médico y recién comenzaba mi trabajo con pacientes con dificultades con las drogas y el alcohol. «¿Sabe qué, doc?», me dijo un paciente. «Emborracharse o consumir heroína se siente como el abrazo de mamá».