Cuando condenamos la conducta de un político, un personaje de la farándula o un amigo, a menudo terminamos apelando a nuestras intuiciones morales. “¡Sencillamente, uno sabe que eso no está bien!", decimos. Pero, ¿de dónde provienen esos juicios intuitivos? ¿Son guías morales fiables?
Cuando condenamos la conducta de un político, un personaje de la farándula o un amigo, a menudo terminamos apelando a nuestras intuiciones morales. “¡Sencillamente, uno sabe que eso no está bien!", decimos. Pero, ¿de dónde provienen esos juicios intuitivos? ¿Son guías morales fiables?