La noción de que la gente tiene derechos inalienables –el derecho a la libre expresión y asociación, o el derecho a no ser torturado—por el simple hecho de existir: tal noción es, por supuesto, una ficción. En realidad, las personas no son sino bultos de carne y hueso. Tal es, al parecer, la verdad rigurosa sobre la que se basan la mayoría de las tiranías en todo el mundo –todo lo que sus pueblos son o tienen, lo gozan o sufren según el capricho del régimen.
La noción de que la gente tiene derechos inalienables –el derecho a la libre expresión y asociación, o el derecho a no ser torturado—por el simple hecho de existir: tal noción es, por supuesto, una ficción. En realidad, las personas no son sino bultos de carne y hueso. Tal es, al parecer, la verdad rigurosa sobre la que se basan la mayoría de las tiranías en todo el mundo –todo lo que sus pueblos son o tienen, lo gozan o sufren según el capricho del régimen.